Decir qué tan profunda será la crisis actual y hasta cuándo continuará la incertidumbre, la pérdida de confianza y la fuerte turbulencia en los mercados financieros es muy difícil. Si lo supiéramos con exactitud, posiblemente se evitarían tantos despidos, bancarrotas, y profundas recesiones como las que hemos observado recientemente.
A pesar de no tener la bola de cristal tan apetecida, mirar hacia atrás, puede ser una buena herramienta para saber qué terreno se está pisando y no volver a caer en los mismos errores, o al menos para determinar qué medidas económicas pueden evitar peores catástrofes. Bajo este contexto, ¿es válido comparar la crisis actual con la Gran Depresión?
Un poco de historia…
La crisis económica que se desencadenó después de la Primera Guerra Mundial, afectó a todas las economías del mundo.
En 1928 se empezaron a presentar síntomas de alerta para las grandes economías, ya que el nivel de ingresos no se incrementaba y los inventarios almacenados cada vez eran más grandes, e iban de la mano con el despido de los empleados. Por su parte, en el mercado de valores había una gran especulación, ya que el precio de las acciones no reflejaba la situación económica real de las empresas.
El factor que desató la crisis fue la quiebra de Wall Street en octubre de 1929, cuando 13 millones de títulos que cotizaban a la baja no encontraron compradores, ocasionando la bancarrota de muchos inversionistas que habían adquirido acciones a partir de créditos que no tuvieron cómo pagar después de la fuerte desvalorización.
La crisis contagió al a los sectores bancario, industrial, comercial y agropecuario. Pero no solo se vivió en EEUU, ya que la Gran Depresión se extendió por todo el mundo, afectando también a Latinoamérica vía menores exportaciones.
La Gran Depresión duró cerca de tres años y medio, después de una caída de 90% en Wall Street. La recuperación se logró mediante el plan conocido como el “New Deal”, el cual replanteó el rol del Estado en la economía. Este plan se basó en la reactivación de la economía vía consumo y la inversión mediante un esfuerzo fiscal liderado por el Gobierno de Roosevelt, y adicionalmente fortaleció la regulación en los establecimientos bancarios para evitar que se pudiera provocar otro “crack” bursátil.
¿La historia se repite?
Cometeríamos un error si afirmáramos que la crisis actual es una réplica de la Gran Depresión, pero podemos resaltar algunos síntomas similares.
Por un lado, la presencia de” lunes y martes negros”, sobre todo después de las reuniones de los fines de semana, en las que los líderes económicos toman serias decisiones, precisamente para no caer en los mismos errores de los años 30.
En la Gran Depresión los días que registraron la mayor pérdida fueron el lunes 28 y el martes 29 de octubre de 1929, registrando caídas en el índice Dow Jones de 13% y 12% respectivamente. Da la casualidad que otro “lunes negro” se presenció el 19 de octubre de 1987, cuando el Dow se contrajo 23% en una sola sesión, siendo hasta el momento el mayor de la historia. En la crisis actual, aunque no hemos observado caídas de más de 10%, si hemos empezado las semanas con noticias como la bancarrota de Lehman Brothers, la venta de Bear Stearns, el urgente rescate de AIG para que no entre en el Chapter 11, entre otros.
Sin embargo no solo la coincidencia de las fechas y de las reuniones “domingueras” es el único factor que se replica. La novedad de los instrumentos financieros que permiten endeudarse o apalancarse y el exceso de apetito por el riesgo fueron las causas de las crisis en mención. La gran diferencia es que esta vez éste apalancamiento se da a través de instrumentos demasiado sofisticados, cuyo riesgo y valor es muy difícil de determinar. Esto es lo que hace que las inyecciones de capital sean insuficientes, dado que además de los títulos atados a los créditos hipotecarios subprime, existen una cantidad de activos interrelacionados, como los CDS (Credit Default Swap, por sus siglas en inglés) de las compañías de seguros, que han salido a flote recientemente. Esta “sofisticación” de los mercados financieros y de los modelos de negocio complica aún más la crisis actual.
Aunque varios analistas mencionan la falta de intervención por parte de las autoridades en el sistema financiero en las dos crisis, es de resaltar que en 1929 la crisis estalló por la ausencia de regulación; mientras que en la crisis actual, aunque existe regulación financiera, ésta no fue suficiente para afrontar la novedad y la complejidad de los instrumentos financieros que en vez de mitigar el riesgo (como lección de las crisis pasadas), le dejaron la puerta abierta a los inversionistas para que lo incrementaran sin un control efectivo.
A pesar de las analogías ya mencionadas, la gran diferencia entre la crisis de 1929 y la crisis de hoy es la globalización de los mercados. Si bien esto tiene su lado negativo, porque el contagio es más rápido tanto en los mercados financieros como en la economía real, también tiene un aspecto positivo, que es el menor peso de los países desarrollados, específicamente Europa y Estados Unidos, en el crecimiento global. Esta vez, los países que van a sobre llevar y rescatar la economía global, no van a ser precisamente los típicos países desarrollados. Por el contrario, van a ser los países emergentes, como es el caso de China e India, los que van a jalonar la economía global.
Comentarios finales
Estamos pasando por la peor crisis desde la Gran Depresión. No solo por la caída de los mercados financieros, que se acerca a niveles de 50%, sino también por la debilidad de las variables económicas atadas al desempleo, producción industrial, tasas de interés y ahora la entrada a una etapa de deflación.
Decir que vamos en la mitad o que ya estamos llegando al final de la crisis, claramente no lo podemos afirmar, aunque si podemos hacer una analogía con la Gran Depresión.
Si suponemos que la crisis actual va presentar el mismo comportamiento de la Gran Depresión, se puede observar que no vamos ni en la mitad de la crisis, si tenemos en cuenta la caída de los índices y el tiempo que duró la Gran Depresión (3 años). En la Gráfica 1 se observa que la caída que presentó el Dow Jones en la Gran Depresión fue cerca de 90% en 3 años. Entonces si la historia se repite, es decir si al menos la crisis va tener la misma magnitud, nos faltarían 2 años y una caída de 44,9 puntos porcentuales.
Hablar de un nuevo “New Deal” probablemente no es mala idea, pero esta vez aplicar la ecuación de mayor gasto fiscal para reactivar la economía probablemente no va tener el mismo efecto, ya que ni si quiera se puede cuantificar la magnitud del “hueco” que dejaron las innovaciones financieras.
No obstante, si seguimos con el cuento de las analogías…. Por qué no ser más positivos y pensar que si el cambio de partido político que sufrió Estados Unidos en la Gran Depresión, de republicanos a demócratas trajo buenos resultados, posiblemente el cambio de Bush (republicano) a Obama (demócrata) puede ser parte de ese nuevo “New Deal” o al menos el inicio a la fase final de la crisis financiera actual.