El gran tsunami económico creado por el presidente Trump, seguramente, va a provocar una escalada inflacionaria en los EEUU que afectará los costos de producción de las manufacturas de ese país, debido al aumento excesivo del valor de las importaciones de bienes de producción y de consumo que proceden del resto del mundo, provocado por las medidas arancelarias desproporcionadas decretadas el día 2 de abril de 2025.
Además de este primer factor, se cuecen otros, tal vez más graves, producto del aislamiento que se está promoviendo, no solamente por las medidas descritas, sino, también, por la posición hostil hacia el mundo entero y, sorprendentemente, contra los aliados naturales y vecinos más cercanos de los EEUU.
En solo un mes se ha destruido la imagen de buen vecino y buen aliado de sus aliados que tenía este país. Se ha destruido el paradigma democrático y solidario de una nación que se hizo grande, más que por su riqueza, por sus valores políticos y humanitarios que lograron un país reconocido y apreciado por gran parte de la población del mundo que, así no compartieran algunas de sus posiciones en política internacional, crearon un clima de confianza para relacionarse que le dio un impulso extraordinario al crecimiento de la economía internacional. Los EEUU fueron los promotores de un modelo de globalización que hizo que un inmenso número de habitantes del planeta se sintieran ciudadanos del mundo: su cultura impregnó todos los rincones del planeta, llegando a influir en regiones tan distintas como la China y el Lejano Oriente. Lo que produjo un crecimiento económico mundial sin precedentes en muchas partes del mundo.
Alega el Sr. Trump que el mudo se ha aprovechado de los EEUU, al ver que su país tiene un desequilibrio comercial con muchas naciones. Pero, habría que considerar, si el que se endeuda mucho, para comprar todo lo que se le ocurre, puede culpar de su mala situación financiera al que le provee los productos que le gustan por su calidad y buen precio.
Cualquier persona, con un mínimo de sentido común, se dará cuenta que el país le apostó al endeudamiento desbordado con el mundo, de manera libre y voluntaria, pues sus ciudadanos encontraron que había países que producían con más calidad y menor precio todo aquello que necesitaban para vivir cómodamente, tal cual su propia cultura les había enseñado.
Su nuevo gobernante le apuesta ahora, como solución al problema, al aislamiento total de un país que estaba integrado al mundo.
Como un modelo innovador de gestión gubernamental, amenaza a todo el mundo con un estilo propio del negociante ventajoso típico de la forma como su padre hizo la fortuna que, este hijo aprovechado, aprendió y mejoró para no pagar impuestos, eludir la justicia, contratar inmigrantes mal pagados para lucrarse a costa de ellos, torcer la verdad y abusar de su poder dominante en los negocios. Este personaje es el mismo que utiliza la Biblia como medio de promoción para proponer unos valores que él es el primero en incumplir en sus relaciones sociales, políticas y de negocios.
Pero, dejemos a EEUU con el problema que su desquiciado presidente ha creado y centrémonos en lo que Colombia debe hacer.
Al dejar los EEUU de ser el centro de negocios del mundo y al empeñarse en su aislamiento económico y político, hay que ser conscientes de que “a rey muerto,… rey puesto”.
Llegó la hora de poner los ojos en Europa, el grupo de los BRICS y el resto de Iberoamérica, donde están las nuevas oportunidades y a los que se debe mirar con respeto y esperanza. Europa es un mercado de más de 750 millones de habitantes y los BRICS con 3.300 millones, son una oportunidad que no se puede desaprovechar. Estos conjuntos poblacionales, con su capacidad de consumo, superan con creces la capacidad de consumo de los 350 millones de estadounidenses. La integración de Colombia con los países del mundo que están siendo maltratados por la soberbia y prepotencia del presidente de los EEUU es una prioridad de supervivencia que debe ser considerada con la inmediatez que la circunstancia exige.
Cuando hay amenazas, hay que tratar de contrarrestarlas. Pero ha llegado la hora de buscar las oportunidades y, en este caso, ahi están dispuestas para que sepamos aprovecharlas. La única preocupación que queda es si este gobierno, envuelto en sus propias redes de incompetencia y corrupción, tendrá la inteligencia necesaria para aprovecharlas.