Lo bueno

Lo dejo al criterio del lector, pues no fui, objetivamente hablando, capaz de encontrarle nada bueno.

Lo malo.

Su incapacidad total para manejar una empresa honesta.

No tiene ningún conocimiento de lo que es desempeñarse en medio de un mundo civilizado, donde el respeto al diferente es lo fundamental de una sociedad avanzada.

Su manera violenta de solucionar los conflictos.

Sus raíces marxistas, donde la lucha de clases y el “todo vale” -“la defensa de todas las formas de lucha”-, el engaño, las alianzas traidoras y camuflarse en medio de la sociedad para destruirla, generan desconfianza y constituyen el mayor riesgo para la gente honesta y de bien en la sociedad.

Su resentimiento social, que se manifiesta, no con el uso de la dialéctica y los argumentos, sino con la eliminación del contrario, se evidencia en una historia de crímenes de lesa humanidad que, tarde o temprano, será motivo de juicio en lo tribunales de la Corte Suprema de Justicia Internacional.

Lo feo

El cúmulo de violaciones a los desechos humanos que carga a sus espaldas.

Su historia de asesinatos y secuestros a población indefensa e inocente.

Ser uno de los bandidos más sanguinarios de la historia de Colombia y del mundo.

Sus continuas y pretendidas justificaciones a lo que no tiene ninguna justificación, como: el secuestro, el tráfico de drogas, los asesinatos y la extorsión a tanta gente neutral y de bien, en un conflicto provocado por Alias Timochenko y sus secuaces, que por su estirpe violenta y brutal, nunca tuvieron la inteligencia ni la capacidad humana e intelectual para controvertir en público y someterse a la opinión de todos los colombianos.

Su maldad extrema que encarna todo lo que va en contra de la especie humana

¡Feo, muy feo!