Querido amigo:

Hemos compartido mucho tiempo juntos. ¡Tantas experiencias compartidas! ¡Tanto mundo recorrido! ¡Tantas amistades compartidas! ¡Tanta vida recorrida juntos! ¡Cuántas confidencias y cuántos secretos mantenidos!

Y, ahora: tan distantes, tan opuestos, desconectados y molestos, el uno con el otro.

¡Los malditos políticos lograron su objetivo! Nos separaron. Nos dividieron. Nos partieron en pedazos.

Ellos no saben quienes somos. Ni quienes éramos. ¡No les importa! Lo que sí les importa, es sembrar odio y desconfianza.

Les interesa vernos desunidos, de manera que nos entreguemos a ellos sin condición, siguiendo sus ideas que, muchas veces, no son las nuestras.

Pero: supieron despertar nuestras pasiones más recónditas. Supieron despertar nuestros más malos sentimientos. ¡Nos hicieron olvidar hasta quienes éramos!

Primó la capacidad de odiarnos, sobre nuestra capacidad de amar.

Nos olvidamos de Dios o lo acomodamos para justificar nuestras pasiones.

Aprendimos de ellos, a usar Su propio nombre en vano. ¡Hicimos a un lado Sus mandamientos! Nos convertimos en lobos que participan de la jauría que va tras su presa.

¡Te pido perdón, querido amigo!

Te necesito conmigo; compartiendo y viviendo, con nuestras limitaciones, con ese respeto que nos teníamos, solidarios con los más débiles y luchando por sacar nuestras familias adelante, con el favor de Dios y con ese amor que, cuando se proyecta en lo que nos rodea, es capaz de cambiar el mundo, y a nosotros; solamente por la caridad de nuestra fe y nuestro deseo de trascender por nuestras buenas obras, compartiendo el amor de Dios con cada uno de nosotros.

¡Te espero con los brazos abiertos! querido amigo.

Volvamos a ser nosotros. A compartir con los nuestros, a disfrutar del cariño de nuestras familias y los que nos conocen. ¡Los que nos necesitan!

¡Cambiemos nosotros! sin escuchar las politiquerías de los politiqueros.

El país solo cambia si cambiamos nosotros y llevamos ese cambio a quienes comparten con nosotros.

Te extraño, querido amigo