Encuentra Usted un país que ha logrado reducir su nivel de pobreza de una manera significativa. El incremento de la clase media, es un resultado de esta gestión de redistribución del ingreso, agregado a las nuevas oportunidades de empleo que se han logrado, producto de la inversión extranjera y la confianza de los inversionistas que, después de la crisis de los precios internacionales petróleo, empiezan a ver crecer el ingreso per cápita, como producto del crecimiento de las exportaciones y la búsqueda persistente de la paz.
La estabilización de la inflación, en niveles que envidian muchos de los países más desarrollados del mundo, es el resultado de una muy buena relación de trabajo entre el Banco de la República y el ministerio de hacienda. Alianza que es importante mantener.
El programa de vivienda para las clases menos pudientes, es un programa que amerita seguirse implementando, así como la inversión en infraestructura vial y de comunicaciones que, si bien han mostrado un avance importante, requieren mantenerse o quizá incrementarse ante el retraso histórico que estos sectores traían, de tiempo atrás.
El tema de la paz, independiente de los ajustes que, para mejorarlo, deban hacerse, es evidente que se hace prioritario. El país aún no aprende a perdonar y, mientras en los campos continúa el sicariato que se ha concentrado en asesinar a líderes y periodistas partidarios de la paz. Las familias y las personas más acomodadas de la sociedad, se han convertido en sicarios intelectuales que, sin formación ni valores, se atacan unos a otros e incitan a los sicarios armados a adelantar sus estrategias crimínales en el campo, eliminando a gente humilde que, a diferencia de los sicarios intelectuales que se mueven en las altas esferas de la sociedad, viven en la miseria, pasan hambre y se debaten en disputas por tierras donde la ley del mas fuerte —la de los terratenientes—, los desplazan y los matan sin piedad.
El problema de la reconciliación nacional es muy importante.
Estoy seguro que Usted tiene las condiciones formativas culturales y, en general personales, para iniciar una gran cruzada por la paz en la que, lo fundamental, sea la reconciliación nacional en todos los niveles de la sociedad. Ello, no se logra si no aprendemos a respetar las diferencias y si la clase política no se coloca en la posición de solidaridad y ayuda a toda la nación que el país tanto requiere. Su ejemplo al respecto, en lo que hace, producto de lo que piensa y sus creencias, puede animar a todos a la reconciliación y al perdón.
Usted ha dejado de ser el representante de un partido, para ser el Presidente de la nación. Y la nación debe entender que Usted, por sus propósitos puramente nacionales orientados a la mejora del bien común, debe ser respetado por todos los ciudadanos, sin excepción.
El país, debe entender que a su Presidente se respeta, independiente de sus equivocaciones que, de primera mano, debemos considerar como de buena fe.
Pero, el Presidente, también debe respetar a la oposición y verla, más que como una amenaza, como una oportunidad de mejora para construir un mejor país. Es su deber y el de todos los colombianos de bien actuar con coherencia, respecto a los principios humanos y naturales que constituyen la esencia de la sociedad.
Promueva, señor Presidente, el emprendimiento y dele garantías suficientes a todos los inversionistas para que sus proyectos se puedan planear a largo plazo y dentro del menor grado de incertidumbre posible. Ello, será suficiente para que los empresarios asuman la responsabilidad de crear empresas y nuevos negocios que aporten al crecimiento del producto interno, y se animen a participar en los mercados globales, con estrategias locales que correspondan a las circunstancias particulares de cada país.
Estoy convencido que la ética se construye, necesariamente, acompañándola de una buena estética.
La forma como vemos los espacios en los que vivimos y nos desarrollamos, nos ayuda a construir una manera particular de ver el mundo y de actuar ante los retos a los cuales nos enfrentamos. Esto determina una manera de ser y de actuar que, por esta vía, los gobiernos, desarrollando apropiadamente el bien común, procuran el bienestar de todos, con mensajes estéticos que promuevan una ética —manera de ser y de actuar— solidaria, con sentido de nacionalidad, pero, también, de cultura global que permita que, en un futuro, ojalá no muy lejano, se aprecie a los colombianos, en cualquier país, por el respeto a todas las personas, los animales y las cosas, su capacidad de emprendimiento y de creatividad, acompañado de una manera de ser y comportarse que, en el mundo, admiren y convierta a los colombianos en un referente social que bien valga la pena imitar.
La suerte de su gobierno es la de todos los colombianos, pero los colombianos debemos entender que las responsabilidades en este proyecto de nación no corresponden exclusivamente a Usted, señor Presidente, sino a cada uno de los que estamos en este suelo patrio independiente de partidos políticos, ideologías o intereses egoístas que atenten contra el bien común o cualquiera de los hombres, mujeres, niños y niñas que habitamos este país.
¡Bienvenido, señor Presidente!