Hay que superar el sistema arcaico de fijación de salario mínimo por parte del gobierno.

Posiciones como las que se aprecian entre los diferentes actores que se sientan en las mesas de negociación y que son extremadamente diferentes, muestran el pensamiento al respecto de grupos de burócratas del gobierno, los gremios y los trabajadores que no representan los verdaderos intereses de quienes detectan los medios de producción y los que trabajan para ellos. Para los representantes del gobierno, su apreciación del problema, se centra en defender intereses partidistas de los gobernantes de turno que siempre se manifiestan como representantes de un partido político sin entender que su razón de ser es la defensa de todos los intereses nacionales y, principalmente, los derechos de las minorías que, en una sociedad civilizada y justa, es la suma de muchas tendencias cívicas y sociales que requieren que se les escuche y se atiendan sus interés y derechos fundamentales, como actores sociales diversos. Expresión de la creación divina que nos hizo diferentes, no solamente en características físicas, sino también de pensamiento; por lo que la concepción del mundo al que pertenece cada uno de ellos suele ser diferente y, de hecho, aportaría enormemente a nuestro desarrollo y progreso, siempre y cuando, se les permita expresarse, sin tener que recurrir a la violencia que, en muchos casos, es producto del abandono e indiferencia con que el Estado, a través de sus gobernantes, las trata.

Pero tampoco los gremios allí representados, son expresión de los que detectan los medios de producción de bienes y servicios. Son funcionarios, allí nombrados, para defender intereses particulares de una minoría que detecta el poder del gremio correspondiente. Su comportamiento atiende a su deseo de jugar para la tribuna —el patrón de turno– que influencia el gremio con su liderazgo económico y político para hacer prevalecer sus intereses muy particulares que, no necesariamente, coincide con el de cada uno de los que dicen representar. Es asombrosa la posición progresista de dignos representantes del sector de la producción que proponen aumentos del salario mínimo con cifras que superan en un 100% la propuesta de los gremios en las mesas de negociación: 4% contra 2%.

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Y, por último, están los trabajadores, representados en burócratas sindicalistas que, de manera oportunista, sustentan su posición con propuestas populistas, salidas de todo contexto, como las que han expuesto en todos los medios. Estos personajes, enquistados en el ambiente sindical que los soporta, ya han cambiado sus angustias de aquellos tiempos en que, verdaderamente, trabajaban, por las mieles de las prebendas de que gozan, que les han hecho olvidar las dificultades reales de la gran base de trabajadores a quienes utilizan para sus propósitos egoístas que los vuelven casi vitalicios en sus cargos, en contraposición a los principios democráticos que dicen defender.

¿Qué hacer entonces? Creo que ha llegado la hora de que los empresarios fijen los salarios de acuerdo a las circunstancias de mercado que, en la medida en que les permitan pagar más y mejor a sus trabajadores, así lo hagan.

Como solamente la escasez de un bien es la que aumenta su aprecio y, por tanto, su valor, el gobierno de turno, en este estado de cosas, puede determinar los salarios mínimos de contratación para sus trabajadores, de forma justa, e impulsar una demanda importante de mano de obra, desarrollando los proyectos de infraestructura que tanto necesita el país. De manera que, por medio de esa importante demanda agregada de mano de obra, que sólo el Estado puede lograr, se aprecie el valor del trabajo y por tanto la mejora en el nivel de vida de los trabajadores más necesitados.