Respetados directores:

Quiero agradecerles la oportunidad que me brindan al encargarme de la gerencia de su empresa.

Entiendo, perfectamente, la responsabilidad tan grande que pesa sobre mis hombros al aceptar esta nominación; pero, me da confianza la idoneidad con la que se realizó el proceso, así como el criterio y experiencia de todos y cada uno de los miembros de la Junta Directiva, que fueron puestos a prueba, con la decisión que Ustedes han tomado al escogerme como su mejor opción para dirigir la empresa que me encargan.

Conocen Ustedes toda mi experiencia, mis estudios y lo que pueden referir de mi quienes Ustedes han consultado para tomar esta decisión que es determinante para el desarrollo presente y futuro de la organización.

Aunque, el tema del éxito de las decisiones tiene mucho que ver con el nivel de riesgo, comparto con Ustedes que, en este caso, como en todos los que se presentan cuando de nominar gerente se refiere, los directores, deben haber tomado las precauciones necesarias que su responsabilidad en esto exige.

Esta decisión, para la empresa y toda la organización, así como sus proveedores y mercados, es trascendental y no da lugar a equivocaciones. Su costo, en el inmediato futuro, sería enorme, por los efectos económicos que ello acarrea como por la afectación a los propósitos fundacionales, los principios y valores de la institución como un todo.

Sin embargo, quiero resaltar, que no está resuelto aún el futuro de la empresa de la cual Ustedes son los responsables ante los accionistas.

Solamente, hemos puesto la primera piedra de un proceso que involucra a la Junta y la Gerencia. La solidez de la construcción y su desempeño, va a depender de qué tan bien funciona el engranaje entre estos dos estamentos.

Ustedes y yo, debemos velar por mantenerlo, cuidarlo y darle la lubricación necesaria para asegurar la efectividad de su desempeño sea óptima. Es por ello, que quiero comentar lo que Ustedes pueden esperar de mí para lograr la mayor eficiencia de esta maquinaria que inicia su marcha.

Ustedes pueden esperar de mi:

Mucho sentido común y un enfoque que tiende a ser simple de muchos de los retos que nos iremos proponiendo, pero que privilegia el sentido lógico de las cosas, sobre las complejidades y la discusión especializada difícilmente inteligible.

Creo, firmemente, que los temas de la administración de los negocios afectan a múltiples personas y los logros se alcanzan con todos y cada uno de ellos. Muchos, quizás la mayoría, ni siquiera son especialistas en los temas que les atañe, pero el nivel de compromiso de los mismos va a ser vital para el alcance de los objetivos.

La vivencia de los propósitos de los fundadores, se debe convertir en la pauta de trabajo y referencia obligada de muchas de las decisiones que debamos tomar de aquí en adelante.

La fidelidad necesaria de los administradores se manifiesta, fundamentalmente, en la decisión por seguir la línea trazada por los fundadores y los accionistas actuales. Misión, principios y valores. Cosas que debo conocer, fundamentalmente, a través de mi relación cotidiana con Ustedes, su consejo y buen ejemplo.

Prometo ser permeable a ello; consciente de que mi orientación a los empleados de la organización y todos los grupos de interés con que me relacione, apreciarán nuestra cultura, que no es otra cosa que la amalgama de todas y cada una de estas cosas que aquí les he venido comentado.

Concibo la ética como el respeto profundo a la dignidad de todas las personas, manifestada en todo lo que piensan, comunican y hacen.

Entendiendo que todos somos, en cualquier etapa de la vida, seres en proceso de formación profesional y humana; y que esa formación, debe atender a buscar y desarrollar lo que es bueno para la organización, en función de lo que los principios y valores compartidos en la cultura organizacional expresan.

Uno de mis principales deberes, por tanto, es formar a los miembros de la organización en estos aspectos, con el fin de que, con su comportamiento, manifiesten las virtudes desarrolladas que contribuyan a consolidar acciones concretas de servicio al cliente y, en general, a todos los que interactúan, de alguna manera, con la organización.

Obviamente, la formación profesional, es la base para una buena gestión de las funciones en cada una de las áreas de la organización. Pero, si bien, es condición necesaria, no es suficiente. Los procesos de desarrollo de estrategias diferenciadoras en los mercados, son apreciados y sostenibles, en el tiempo, por parte de los clientes, en la medida en que se soportan con conocimiento adecuado del comportamiento, los deseos y necesidades de todos y cada uno de los consumidores. Es por ello que, la condición de suficiencia, en el proceso formativo del personal, se logra, necesariamente, a través de una cultura organizacional centrada en la persona, sus potencialidades y capacidad de servicio a los demás. Especialmente, a los consumidores, como objetivo estratégico de la organización.

Los procesos de investigación y desarrollo, son, hoy por hoy, la piedra angular que asegura el crecimiento en la participación de los mercados.  La fidelidad de los clientes, ya no depende exclusivamente de la calidad de los productos, sino que, además, ellos requieren la habilidad de los proveedores, para que, con el buen conocimiento de sus necesidades, sean capaces de innovar y presentar opciones nuevas que transformen esas necesidades en deseos concretos por bienes y servicios que le satisfagan plenamente.

Esta es una carrera sin fin, donde hay que poner toda la inteligencia organizacional necesaria para mantenerla al ritmo que los tiempos, siempre cambiantes, exigen.

Por último, pero no menos importante, hay que mantener el combustible suficiente para operar la máquina. Ese combustible es el flujo de caja necesario para financiar la operación y los desarrollos de la organización en todos sus frentes.

Tendremos siempre, sin excepción, que cuidar de este aspecto, de manera que las estrategias de mercadeo, investigación y desarrollo, se puedan soportar y aseguren el crecimiento ordenado de la organización. La virtud que lo logra es la prudencia, en el gasto y la inversión; haciéndolos acordes con las necesidades, pero, balanceándolos con las posibilidades reales de financiación, donde siempre se deberá considerar, en su orden: los ingresos por ventas, las entidades financieras y la invitación a inversionistas.

La financiación del flujo de caja no puede perder de vista que su fuente primaria y más importante para soportar el gasto no es otra que los ingresos por ventas. Opciones de apalancamiento financiero a la operación, es el primer indicador del inicio de un camino hacia una quiebra segura.

Los procesos de inversión y desarrollo, no pueden distraer recursos de la operación, si se pretende asegurar la calidad del producto y su servicio al cliente. Por tanto, siempre conviene determinar su financiación con base en una correcta aplicación de los excedentes de efectivo: a costa de disminuir la cuota de dividendo, o si fuera el caso, estudiar la evaluación de los proyectos financiados con las mejores opciones disponibles en el sector financiero, siempre y cuando, las pruebas aplicadas al medelo sean lo suficientemente exigentes y razonables para tener la tranquilidad necesaria para asumir y pagar el crédito, exclusivamente, con los excedentes del proyecto, en el plazo acordado con las entidades de financiamiento, previamente aprobadas por la Junta Directiva.

Finalmente, considero que, en todo momento, la gerencia debe tener clara la ecuación de valor del negocio, con el fin de poder apreciar su valor de mercado, que generalmente depende del atractivo que pueda tener el negocio para nuevos inversionistas, desde el punto de vista estratégico referido a su portafolio de negocios y, desde un punto de vista puramente técnico, sin el efecto de las posibilidades especulativas de la negociación que, generalmente, atienden a racionalidades estratégicas de tipo político o especulativo (aprovechamiento de oportunidades) que, muchas veces, pesan más en las decisiones, pero que se deben considerar una vez se conoce la valoración técnica del mismo.

No debemos olvidar que la mejor opción para un inversionista es la venta de su inversión: en el momento adecuado, con el comprador adecuado y en las circunstancias adecuadas.

Los emprendedores, crean sus negocios para su disfrute económico y proyección social como aporte al bien común. Si una de estas variables ya no aparece: «ha llegado la hora de venderlo»