El objeto de la gerencia es la persona humana, representada en cada uno de los grupos de interés con los que interactúa.
Los socios, confían su patrimonio a los administradores, encabezados por la gerencia. Este legado patrimonial, unido al mandato institucional, representado en la misión, la visión y los valores, conforman la esencia de la tarea encomendada y el objeto de su custodia.
Por ello, el gerente, adquiere una deuda moral que lo responsabiliza ante los socios por la realización de su sueño, representado en este legado y el incremento de su patrimonio, con base en las acciones de gestión, honestas y transparentes, que lo aseguran. Esta es su primera y fundamental responsabilidad
De la anterior, se deriban una serie de responsabilidades que coadyuvan a asegurar la primera, sin las cuales, el logro de aquella es prácticamente imposible.
Los empleados, constituyen el conjunto de lo que se suele llamar, por algunos, la fuerza laboral: conjunto de personas que aportan sus conocimientos y habilidades para colaborar, bajo la dirección y orientación de la gerencia, al logro del anhelo de los accionistas.
Estas personas, como tales, tienen dignidad y son una creación de Dios única e irrepetible. Por tanto, son sujetos de derechos y deberes que se expresan en los códigos laborales, cuyo cubrimiento no es suficiente y, en lo fundamental, se quedan cortos, pues no entienden  la persona en su composición integral de: cuerpo, inteligencia y espiritualidad.
El hecho de ser diferentes, permite la asociación maravillosa de los individuos en sociedades empresariales que se organizan para alcanzar los propósitos ya expuestos al inicio de este documento.
En la medida en que las debilidades de unos se resuelven con el aporte solidario de las fortalezas de otros, se construyen ínter relaciones tales que, la eficiencia de la organización, está directamente relacionada a la capacidad del gerente para entender estos aspectos y actuar en consecuencia, de manera que, la armonía de las acciones, sea capaz de generar la melodía que asegura los aplausos del público que, en calidad de cliente, se siente satisfecho al recibir la compensación suficiente correspondiente al costo de su inversión.
El tema, desborda las fronteras de las técnicas de manejo laboral, para transcender a los aspectos más íntimos de la persona que están relacionados con su dignidad. La que es correspondiente a su nivel de desarrollo, no solamente físico, sino intelectual y espiritual.
Los estímulos, por tanto, deben ser pensados en función de esta trilogía; teniendo muy claro que, cada persona, es como un bulto de emociones que contiene una infinidad de sentimientos diferentes que, el gerente, debe tener la habilidad de descubrir para lograr el nivel de efectividad que se espera de la gente, en función de la manera como, cada uno, ve su entorno y responde a él, dependiendo de los diferentes sentimientos que, al interior,  se acumulan y que son producto de su condición cultural, anímica, morfológica.
El conjunto de gerencia y colaboradores, se ve retado por las exigencias que transcienden a los clientes, en función del trato a sus proveedores, las diferentes comunidades con las que interactúan y el  Estado, como garante de legalidad, protector de las iniciativas, derechos y deberes de todos los ciudadanos.
Si el gerente entiende claramente su posición, en medio de esta complejidad de redes con las que interactúa, su gestión, será compensada con los resultados que se verán en los informes financieros de corto, mediano y largo plazo. Pero, mejor aún, por el aprecio de todos los públicos con los que interactúa, que son la garantía de su sostenibilidad a través del tiempo.