El respeto por las personas que dependen, de alguna manera , de nosotros; o por aquellas con las que nos relacionamos por lazos sociales o familiares, es fundamento del bienestar que ayuda a construir el bien común que, no solamente está determinado por la infraestructura necesaria para hacer llevadera la vida en comunidad, sino que se sustenta, fundamentalmente, del espíritu solidario y de servicio a todas las personas con las que compartimos.

No podemos esperar recibir, sin dar.

No podemos pedir cariño, si no damos cariño.

No podemos esperar ser comprendidos, si no procurarmos comprender a los demás.

No podemos esperar ser servidos, si no servimos a nuestro prójimo.

El Respeto, está ligado también a la condición humana que, para los que creemos en Dios, significa que hemos sido creados por Él con igual dignidad. Por tanto, la premisa de la relación interpersonal se basa en ese designio de igualdad que nadie puede irrespetar sin esperar las terribles consecuencias de su soberbia; que serán reclamadas, en esta tierra, por la misma naturaleza humana y, en la vida Eterna, por el juicio final.

Cuántos hay que, por ese pecado de soberbia, consideran que tienen dominio sobre los demás y los humillan, desconociendo su condición de persona humana con igual dignidad.

El soberbio, es cegado por sus riquezas materiales o intelectuales y, con base en ellas, cree tener derecho a despreciar y humillar a aquellos con los que se relaciona y dependen, en alguna medida,  de esa relación.

Algunos, patronos, se olvidan que comen gracias a los empleados que les sirven.

Otros, jefes, olvidan que logran sus resultados gracias a la colaboración de quienes trabajan con ellos.

Y, muchos, gobernadores, no reconocen que están para servir, sino para ser servidos.

Todo esto genera tristeza, que se transforma en rabia ante la impotencia; y, allí, nace la tan lamentada violencia que destruye las familias y la sociedad.

La buena noticia, es que nunca es tarde para corregir.

La mala noticia es que, algunos, por su ignorancia y perversidad, persisten en su soberbia, hasta que destruyen la sociedad y se destruyen ellos por inanición, en medio de tanta soledad.