Una empresa es el resultado de un acto de emprendimiento de una persona que se denomina, por tal motivo, empresario.
La empresa es un ente físico o virtual que pretende ofrecer diferentes tipos de servicios a públicos determinados por el interés que puedan tener en ellos. Este ente, por determinación de quien los crea, tiene una duración que depende de la existencia de un mercado y/o la decisión del emprendedor de mantenerla o liquidarla.
Las empresas, generalmente, cumplen un propósito particular que atiende a los intereses de quien la crea y al de los públicos que demandan sus servicios.
El emprendedor puede considerar que la empresa ya no satisface sus expectativas en el momento en que sus oportunidades de inversión, en otros frentes, puedan ser mejores que las que logra con su emprendimiento. Estas oportunidades tienen que ver con aspectos puramente económicos o sociales, según el deseo que tenga de solidarizarse consigo mismo o con los demás.
Los que buscan oportunidades económicas, evalúan y determinan la continuidad de su emprendimiento o empresa (emprendimiento consolidado), según las oportunidades de inversión financiera que tenga y que lo pueden llevar al cierre o la venta de su empresa actual, para ir detrás de mejores opciones emprendedoras que pudieran ofrecer mejores rendimientos financieros.
Los que buscan exclusivamente el bien de determinado sector de la sociedad, suelen tener un nivel de satisfacción más altruista. Buscan, para su propia satisfacción, el bien de los demás. Su satisfacción corre en el sentido de los buenos frutos que sus acciones solidarias puedan brindar a la comunidad a la cual sirven. Son personas que deciden contribuir con su acción a complementar las gestiones del Estado que, en cualquier nación, suele quedarse corto ante tantas necesidades que se presentan, pero, sobre todo, en las comunidades más deprimidas y sufridas.
Los empresarios o emprendedores son necesarios para la sociedad. Los primeros, ofrecen productos o servicios para crear capital por medio del intercambio que se da de estos por valores monetarios. Los segundos, crean medios para atender las necesidades básicas de la población que, generalmente, está excluida de los procesos en que se involucran los primeros, porque esas poblaciones no tienen suficiente dinero para pagar los servicios que los primeros les prestan.
¿Pero cómo nace un emprendimiento que de por sí es la gestación de una nueva empresa?
En primer lugar, de la intención del emprendedor que decide crear su emprendimiento que, más pronto que tarde, espera que culmine en una empresa. La que, si progresa, creará empleo y un portafolio de productos y servicios que, bien administrados, le generarán los réditos que espera como retribución a sus esfuerzos.
Pero, evidentemente, esto no basta. Hay infinidad de emprendimientos que no culminan en una empresa consolidada por varios factores que, si no se contemplan, por parte del emprendedor, pueden dar al traste con su idea y su patrimonio. Ellas son:
1. Saber hacer lo que se propone. Si alguien quiere hacer tamales, lo primero que debe hacer es conocer cómo se hace un buen tamal. El conocimiento de lo que se propone hacer es inherente al éxito de la gestión. Es condición necesaria. Pero, como veremos más adelante, no es suficiente. Saber y conocer lo que se quiere hacer y cómo se hace, es pieza fundamental del buen arranque de un emprendimiento.
2. Teniendo como cumplida la premisa anterior, antes de arrancar el negocio, se debe saber si el producto o servicio propuesto tienen mercado y si el emprendedor tiene acceso a este directamente o lo debe hacer a través de intermediarios. Esta decisión es clave, pues puede indicar que la idea, que es buena para el emprendedor, no lo sea para el público al que se quiere llegar. Esto no implica que el producto o servicio ya se esté ofreciendo por otros proveedores. Lo que significa, es si la propuesta del emprendedor es innovadora, en la medida en que evidencia ventajas competitivas que sean apreciadas por el público al que se ofrece. Esto exige que el producto o servicio le entregue un valor agregado al mercado que se evidencia en lo que los clientes potenciales están dispuestos a pagar de más por las mismas cantidades de productos que compraban a otros proveedores y que piensan sustituir por este. O, en caso contrario, si no están dispuestos a pagar más, el empresario se debe preguntar si los clientes están dispuestos a comprar más cantidades de las que compraban del producto o servicio sustituto que aspiran a cambiar por este. Siempre y cuando, y esto es clave, las ventas marginales aporten a reducir los costos fijos, por la distribución en una mayor cantidad de producto lo que, por esta vía, hace crecer la utilidad.
La competencia por precio evidencia la escasa creatividad del emprendedor que no logra innovar y, por vía de eficiencias administrativas y tecnológicas. reduce los costos de su operación. En algunos casos, se disminuye el margen, pero lo compensa un mayor volumen de producción y ventas, generando, a la larga, si las cuentas están bien hechas, más utilidad. Pero esta no es una vía que sea sostenible en el tiempo; porque el mundo de la informática y de las comunicaciones, muy pronto, permite a los competidores acceder, por la vía de los proveedores y otros medios de investigación digital, a estos métodos de mejoras en la eficiencia que, rápidamente, son implantados, haciendo que el emprendedor, más pronto que tarde, no sea el único poseedor de estos nuevos métodos de gestión eficiente.
3. El análisis financiero indica que no hay negocio si no hay retorno financiero. En el caso de los emprendedores que pretenden satisfacer sus ansias de ingresos por medio de su emprendimiento, deben considerar muy bien este aspecto, si no quieren enfrentarse a una quiebra segura como resultado de la implementación de la idea. Esto vale también para los que pretenden, con su emprendimiento, servir a una causa social. Este tipo de organizaciones también dependen de su capacidad de captar recursos financieros procedentes de donantes que comparten ese mismo ideal del emprendedor.
El tema de la sustentabilidad económica es la principal condición necesaria para una empresa con propósitos de lograr dividendo para sus dueños o de aquellas que buscan servir a largo plazo comunidades vulnerables a través de su emprendimiento social.
4. El tema legal es también muy importante a considerar como necesario a la supervivencia e inicio del emprendimiento. Hay muchas cosas que a alguien le pueden parecer viables y buenas para la sociedad. Pero ello, no quiere decir que así lo sea para el Estado. No es función del emprendedor pretender cambiar la ley para lograr sacar adelante su emprendimiento. En ello puede perder todos sus recursos financieros y hasta su libertad personal que puede quedar atada a procesos de largo plazo y, si así lo considera el orden establecido, lo puede llevar a la cárcel.
5. Por último, y no por ello es lo menos importante; la Ética. Lo que se logra resulta de lo que somos como personas.
Un proceso de formación previo que reafirmen los principios y valores naturales que determinan la armonía y la convivencia social, son de suma importancia. Quien no está suficientemente formado como persona de bien, pone en riesgo su reputación y el emprendimiento en que se embarca, al poner en peligro la armonía de la relación entre las partes, que es requisito fundamental para asegurar un ambiente de confianza del que se valen los mercados para operar, de manera efectiva.
Existe algo que hace que la selección natural también se dé en las empresas que proveen los mercados y en ella forma parte determinante el comportamiento ético de los proletarios de la empresa. La dinámica entre proveedores y clientes se da en función de la confianza que se evidencia en el ambiente de los negocios y ello siempre va a depender de qué tan sólida es la formación en principios y valores de quienes actúan en los mercados.
Nota: Si encuentra interesante profundizar en estos temas con el grupo directivo de su empresa, puede comunicarse con el autor de «Carta de Gerencia» Jairo A Trujillo Amaya al mail jairoatrujilloa@yahoo.com