(Continúa)
De la Cultura corporativa.-
En términos de direccionamiento estratégico, en el mundo de las empresas con fines de lucro o en aquellas instituciones no lucrativas y con orientaciones sociales, investigativas o políticas, siempre es necesario iniciar por la determinación de lo que se entiende como la cultura corporativa: un conjunto de principios y valores compartidos, determinados por los propietarios de manera exclusiva y que se centran en la determinación de:
– La Misión como expresión clara de la razón de ser de la entidad.
– La Visión, como el conjunto cualidades y anhelos que se espera pueda alcanzar la organización, como estimulante de la acción, al definir un norte claro y atractivo para todos los asociados.
– Y, finalmente, el conjunto de valores que necesariamente deben compartir quienes se vinculen para, con base en ellos, lograr los propósitos de los propietarios e inspiradores de la institución.
Estos aspectos son, como lo hemos expresado, propuestos de manera exclusiva por los propietarios e inspiradores de la organización que, a su vez, han hecho la inversión de capital económico e intelectual suficiente para iniciar el propósito emprendedor que dé alcance a la Visión, con base en los esfuerzos de los empleados y asociados, de acuerdo con la actividad claramente definida en la Misión.
Este conjunto de elementos que hemos denominado: la “cultura corporativa” (Edgar H. Schein, Organizational culture and leadership, Michigan University, Jossey-Bass, 1992),constituyen punto de referencia para todas las decisiones y el libre proceder de los administradores vinculados a la institución. Las empresas, sean de lucro o no, están conformadas por el capital intelectual que aportan todos los administradores y vinculados con su conjunto de valores que, en la medida en que coincidan con los de la organización, promueven las actividades que les motivan a alcanzar los objetivos estratégicos que se deriven de la correcta planeación que se implemente para alcanzarlos.
No importa la magnitud de las inversiones, si los recursos manejados por personal no se alinean con los valores adecuados de la cultura corporativa, para asegurar el éxito de la Misión y la Visión. No hacerlo así, es el camino más adecuado para asegurar su fracaso.
El tema de las inversiones y el cuidado económico de la institución debe, necesariamente, preocupar a los administradores, en la medida en que, en las empresas con ánimo de lucro, los réditos van a asegurar el crecimiento sostenible de las inversiones necesarias para mantenerse y progresar en los mercados y, a la vez, asegurar a los propietarios el dividendo justo por su inversión.
En el caso de entidades sin ánimo de lucro, el problema de asegurar el crecimiento de los réditos es idéntico, en la medida en que estas tienen que invertir, con frecuencia, ingentes sumas de dinero y capital intelectual (que también cuesta), en el cumplimiento de su objeto social que, en la medida en que no se pueda atender, afecta a las poblaciones vulnerables a las que se dirigen y conduce a la desaparición de la institución.
Los administradores y vinculados deben contar, dentro de sus valores, con la capacidad de entender, aceptar y trabajar por esta causa económica que determina la sostenibilidad de sus empleos y de la operación. No hacerlo, constituye falta grave contra la organización y sus propósitos.
(Continuará)