Lo bueno:

Su formación académica a nivel de doctorado en La universidad de Toulouse y su formación en economía en la universidad del Rosario.

Su desempeño como asesor de varias instituciones del Estado y como director del DANE, puesto que le dio mucha exposición en los medios.

Su relación con los medios en la medida en que fue colaborador de algunos de los más importantes como Caracol y RCN, lo que le da experiencia y capacidad para poder enfrentalos con cordialdad y los predispone para una campaña favorable.

Lo malo:

Es una persona excesivamente técnica y sin experiencia en contiendas políticas. Bagaje necesario en un país como este, donde los políticos de turno acostumbran a poner palos en la rueda de las gestiones de los administradores públicos.

A pesar de su paso por el DANE, no se puede decir que está curtido en gestionar empresas de gran complejidad en el Estado. Su desempeño allí fue puramente técnico en una entidad que venía funcionando relativamente bien y que por su buen sentido técnico le permitió exponerse al público en general saliendo con buena imagen.

Llegaría a una Institución gigante como la alcaldía de Bogotá con altos desafíos de gestión pública, sin la preparación adecuada para enfrentarlos.

Lo feo:

Su condición homosexual no lo descalifica profesionalmente para desempeñar el cargo. Pero si constituye, por lo que el cargo representa para Bogotá y el país, un estilo de vida que se proyecta sobre la ciudadanía como un modelo a seguir que no es conveniente, en la medida en que se contrapone a principios de natura que son parte importante de la esencia misma de la especie humana.

Lo que contribuye a la confusión, ya suficientemente grande, que se viene promoviendo por una parte importante pero aún minoritaria de la sociedad, que se contrapone a la función natural de un hombre y una mujer que se complementan y se unen para cumplir con el principio básico constitutivo de la sociedad que es construir familia.

Feo, muy feo