«Toda la pedagogía sobre la paz en la que se han empeñado: la Iglesia Católica, las organizaciones internacionales, las ONGs, la academia, los intelectuales y, en general, la gente de bien, sucumbe ante las contradicciones de liderazgo que se evidencian en el gobierno y, particularmente, en el presidente de la república»

La paz, en medio de la crisis de liderazgo de quien la promueve, pone en riesgo el futuro del país que, confundido, se deja arrastrar por las fuerzas irracionales del terrorismo, de uno y otro bando. Azuzado por un grupo de espectadores en las ciudades que, cegados por los odios y ávidos de revancha y sangre, toman partido, desde la comodidad de los restaurantes que frecuentan o desde la reuniones sociales donde, al calor de las viandas, disfrutan del espectáculo violento, donde la sangre la aportan los soldados y los hijos de los campesinos de todo el país; a cambio de los hijos de papi y mami que, ajenos a la realidad que los circunda, planean sus vacaciones y estudios en el exterior, «lejos de la chusma que los rodea».

Esa crisis de liderazgo, se evidencia, en los mensajes contradictorios que salen desde los mismos foros del gobierno. Donde los comunicados, parecieran indicar que el ejecutivo y el país sucumben al terrorismo y, extorsionados por este, no tienen salida distinta a la claudicación de las instituciones en manos de los bandidos.

Toda la pedagogía sobre la paz en las que se han empeñado, la Iglesia Católica, las organizaciones internacionales, las ONGs, la academia, los intelectuales y, en general, la gente de bien, sucumbe ante las contradicciones de liderazgo que se evidencian en el gobierno y, particularmente, en el presidente de la república que, aunque no tiene ninguno de los graves defectos, desaciertos y errores que se le pueden endilgar al líder de los promotores del terrorismo de la extrema derecha, sí parece fracasar, por su falta de coherencia, comunicación e interpretación de los requerimientos populares.

Todo ello, ha convertido al presidente de Colombia en objeto de la mofa de sus contradictores que, a falta de argumentos, llenan las redes sociales de mensajes irrespetuosos, groseros, mal educados y, por decir lo menos, de mal gusto y chabacanería.

Es tan fuerte el deseo de paz que, a pesar de todo lo expresado, la mayoría del país, dice estar dispuesto a votar por el sí.

Pero, el lindero que marca la diferencia con el no, es muy estrecho, y esa crisis de liderazgo por el sí, puede dar al traste con el proyecto, sumiendo al país en la continuación de esta guerra que ya parece interminable.

La salvación del proyecto de paz está en cada uno de los que, por encima de los intereses de quienes quieren el no, podamos, con nuestro si, dejar un país con un camino más claro hacia el alcance de la paz que, una vez superada, mas temprano que tarde, permita, con un nuevo liderazgo, en manos de personas honestas e idóneas, iniciar el proceso de escisión de todos los corruptos que se han enquistado en el Estado y que son la causa del cáncer que carcome la médula de la institucionalidad colombiana.