¡Qué equivocación tan grande suele cometer quien se considera líder, sin tener en cuenta que, esta calidad de tal, no la merece quien así se llama, sino que se la otorga el conjunto de personas que se confían a él porque así lo aprecian!
El liderazgo no es un tema de jerarquía que resulta de los nombramientos de las personas en la estructura organizacional sin contar con la aprobación de aquellos que dependen de él.
El liderazgo es un don que las personas otorgan a quien en él confían porque tienen la seguridad de que, con su orientación y guía, llegarán a buen puerto.
En muchos casos las juntas directivas cometen el error de nombrar individuos con conocimientos apropiados para desempeñarse en los cargos de dirección porque son profesionales especializados en temas técnicos y operativos. Aún más, son considerados para el cargo si tienen experiencia comprobada en la solución de los problemas propios del sector en que la empresa se desempeña. Pero sin cuidar y ser exigentes con su capacidad para desarrollar empatía y confianza entre los que serán sus seguidores.
Ser líder, más que conocimiento y experiencia en la operación, que suele ser condición necesaria, pero no suficiente, exige disposición y actitudes para entender y respetar al otro en su condición de persona diferente, única y libre, complementada por un conjunto de sentimientos que determinan su actitud ante las diferentes circunstancias que se presentan, día a día, en la organización.
El líder debe cuidar mucho en no involucrase en las diversas actividades operativas que exigen conocimiento de profesionales especializados que saben mejor que él de aquellas tareas que les han sido confiadas. Porque, de no ser así, se distrae en los asuntos particulares de la operación, dejando de ver el horizonte y las circunstancias que puedan afectar el sendero que hay que recorrer para llegar a la meta deseada.
El tema del liderazgo es de actitud y disposición. Una actitud de preocupación permanente, sincera y oportuna para orientar a sus seguidores que manifiestan confianza por sus conocimientos y capacidad para guiarlos con buen criterio en el camino, porque sabe señalar claramente el horizonte y la forma de alcanzarlo. Además, evidencia su disposición para servir a cada uno de los miembros de su tripulación que requieren de su consejo y recurso, desprendido de su condición jerárquica.
Este tema está ligado al principio de solidaridad al que responden con agradecimiento y compromiso quienes se benefician de esta actitud del líder.
El principio de solidaridad en el liderazgo está estrictamente ligado a su desempeño. La preocupación permanente por el bienestar de las personas que le rodean, que no se fundamenta en las reivindicaciones salariales simplemente, sino en su capacidad para entender el entorno que rodea a cada uno de sus colaboradores y sus habilidades para responder a los retos propios de las tareas encargadas. Allí está la esencia del carácter del líder que con ello y su voluntad de servicio logra lo que por sí solo no es capaz. Es lo que se entiende, pero poco se practica, como liderazgo basado en el espíritu de servicio, que evidencia la gestión de quien se desempeña como el líder de la organización.
Trabajar con este sentido de liderazgo, exige formación previa en temas puramente humanos, sociales y antropológicos que redunden en el cariño confiado y comprometido de quienes acompañan al líder en el camino. Personas que sienten la seguridad de estar en el sitio indicado y con el líder adecuado, porque sienten que los acoge, los guía, los forma y los protege