“No podemos delegar la responsabilidad de la solución del conflicto a las nuevas generaciones, imponiéndoles los mismos métodos fracasados que los viejos, una y otra vez, han practicado sin alcanzar la tan anhelada paz.”

Votaré Sí al referéndum por la paz. Por muchas razones, como las que ya he dado a muchos de mis amigos; a varios de mis estudiantes y colegas de la universidad; así como en las conferencias a las que he sido invitado, por este y otros motivos, propios de los temas de ética y gerencia de los que me satisface participar. Siempre y cuando, el ambiente esté alejado de la politiquería corrupta que nos acosa, por todas partes. Un mal que, una vez superada la paz, deberemos extirpar, si queremos un país viable y amable que podamos dejar como legado importante y trascendente a nuestros hijos.

Votaré SÍ. En primer lugar, porque creo firmemente en mis convicciones cristianas que me han llevado a ser, en el otoño de mis años, fiel católico, apostólico y romano. Con todo lo que ello implica. Como llevar a mis amigos y a la práctica, la palabra Cristo que resume y enriquece la ley mosaica, con un solo mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios, con todas tus fuerzas, con toda tu alma y con todo tu corazón y a tu prójimo como a ti mismo”. Esto conlleva, necesariamente, la disposición permanente al perdón, tal cual Cristo, desde la cruz, lo expresa, en medio de su agonía; cuando perdonó a sus asesinos con esas hermosas palabras que toda Colombia debería recordar, en estos momentos: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

Votaré por el Sí. Porque no estoy dispuesto a dejar a mis hijos y nietos la herencia de una país como el que me tocó vivir, anegado en la sangre y la violencia de tantos campesinos y personas de bien que, defendiendo los intereses de los poderosos, de uno y otro bando, murieron o perdieron a sus hijos y familiares, al verse involucrados en esta desgraciada guerra de 60 años.

Votaré por el Sí. Porque los argumentos de aquellos que proponen el no, son acomodados, de acuerdo a la posición revanchista y oportunista de un líder que, en otras épocas, fue el promotor del perdón, sin condiciones, para los bandoleros del M19 y entregó a los bandidos del paramilitarismo a EEUU, para que fueran juzgados allí por narcotráfico, encontrado así la salida para salvarlos de penas por delitos de lesa humanidad por los que debieron haber sido juzgados y penalizados en Colombia.

Votaré por el SÍ. Porque, desde las guerrillas liberales, de los años 50s, que fueron indultadas por el régimen del General Rojas Pinilla, hasta hoy; ningún acuerdo, a diferencia de este, tuvo aspectos de reparación con las víctimas como el que este propone.

Votaré, por el SÍ. Porque ningún acuerdo anterior ha sido el resultado de tanto debate y participación ciudadana como el que este ha tenido. La mayoría, fueron decisiones unilaterales e inconsultas con la ciudadanía que llevaron a injusticias mayores a las que éste acuerdo propone, por alcanzar la paz.

Votaré por el SÍ. Porque sé que el no, nos llevará a continuar esta guerra fratricida para satisfacción de aquellos radicales que se rasgan las vestiduras, compradas con el lucro de los negocios y las circunstancias que han favorecido su economía y posición social, en medio de una guerra que los favorece, para: asegurar sus posesiones territoriales mal habidas, producto de desplazamientos forzados, negocios de lavado de activos, proveeduría a organizaciones delictivas y posiciones prepotentes que, ante la falta de las capacidades intelectuales mínimas que les permitan los argumentos necesarios para defender sus puntos de vista, recurren al homicidio, la corrupción política y la difamación del contrario. Todo para sostener lo insostenible.

Finalmente, votaré por el SÍ. Porque no considero, de ninguna manera justo, que la juventud colombiana, que es la mayoría, continúe involucrada en un conflicto que no provocó ella y que, la generación de los viejos, por su torpeza y empecinamiento, no ha podido resolver. No podemos delegar la responsabilidad de la solución del conflicto a las nuevas generaciones, imponiéndoles los mismos métodos fracasados que los viejos, una y otra vez, han practicado, sin alcanzar la tan anhelada paz.