¿Nos vamos a dejar llevar por los discursos de odio entre los que defienden a uno y otro bando?

¿Nos vamos a dejar reclutar, en estas nuevas elecciones, por los extremos que lo único que tienen en común es haberse lucrado del narcotráfico, la corrupción y el desplazamiento de campesinos de sus terruños, para consolidar sus posesiones terratenientes, adquiridas bajo sangre y fuego?

¿O nos vamos a interponer entre estos dos proyectos extremos de talante terrorista, para, con cabeza fría, apostar por una posición de centro, conciliadora, incluyente y respetuosa de las diferencias, donde se respeten todas las ideas, vengan de donde vengan; discutiendo civilizadamente, de manera racional, con argumentos, en medio de un propósito común que pretenda el progreso de todos, sin excepción, donde se entienda que el ganador de la contienda es el mayor responsable de servir a los demás sin intención de ser servido?

Necesitamos un ganador de centro, que sepa que hay que dar prioridad al “bien común” que, como su nombre lo indica, procura el bien para todos y que, en su construcción, intervenimos todos; y que, para lograrlo, necesitamos educación, principios y una vida saludable.

¿Quienes son, dentro de los que se proponen como candidatos a las próximas elecciones nacionales, los que cumplen con estas premisas?

Es necesario que, de manera responsable, tengamos la valentía y la inteligencia para resolver este dilema; de lo contrario, seguiremos siendo víctimas de nuestras pasiones que, los lideres perversos de una y otra extrema, aprovecharán con caudillismo, para continuar sometiendo la voluntad de los colombianos al servicio de sus propios intereses, donde el único punto en que coinciden es el que ya hemos enunciado al principio de este artículo.