Las organizaciones todas se enfrentan al hecho de tener que cambiar sus paradigmas más rápidamente de lo que venían acostumbrados. Muchas de ellas, en épocas de vacas gordas, sentían que había tiempo para todo y se enfrascaban en procesos de planeación estratégica y aseguramiento de la calidad, apropiados para una circunstancias típicas de un ambiente que se movía en medio de un público exigente y excesivamente sofisticado, que daba tiempo suficiente para la demora que implicaba este tipo de ejercicios, conscientes que la dinámica del cambio no era tan acelerada como la que el momento actual propone.

Las ejecuciones de prospectiva, si bien se movían dentro posibilidades predictivas algo limitadas, generaban la confianza suficiente para, con base en ellas, esperar, dentro de probabilidades confiables, la posibilidad de asegurar el éxito de la estrategia. La concepción teórica de las variables que podían afectar el negocio, permitían, con base en el tiempo, prudentemente calculado, estimar posibilidades de éxito en función de escenarios que, con mayor velocidad que antes, cambiarían en el tiempo, pero, dando la espera suficiente para comprobar las hipótesis, ponerlas a prueba y lanzarse a la conquista de los nuevos mercados o al desarrollo de los actuales.

Pero, la pandemia, nos ha atacado sin previo aviso y, no sólo ha cambiado la manera de hacer las cosas, sino las prioridades de los consumidores. Los modelos económicos, sociales y de comportamiento de las personas, en particular, han cambiado de manera dramática y por tanto, cuestionan los ejercicios predictivos realizados hace muy pocos meses.

La durabilidad de los productos y servicios que, en el proceso normal de evolución de los mercados se iba dando, con la ordenada propuesta de los productores al proceso de sofisticación, ha cambiado. El consumidor, por fuerza de las circunstancias, ha vuelto a su preocupación de tener que satisfacer sus necesidades básicas y su prioridad se centra en lo que, podríamos llamar, resolver sus necesidades fundamentales que pretenden asegurar el abastecimiento de productos y servicios que garanticen su salud, alimentación y recreación, al interior del confinamiento.

No quiere esto decir que así será en los próximos años, pues, como en todas las épocas y las pandemias anteriores, el tema será superado y, gracias a la tecnología y el avance de la ciencia, esta será la pandemia de la que, seguramente, más rápidamente nos recuperaremos. Pero, lo que sí es evidente es que, la incidencia de las circunstancias vividas en lo que vaya a ser el tiempo de duración de la pandemia, nos llevará a un sustancial cambio en el estilo de vida determinado por los aprendizajes logrados durante este periodo.

Muchas de las formas y modelos de vida que traíamos cambiarán, por fuerza de estos aprendizajes.

El teletrabajo, que lentamente empezaba a penetrar en los modelos organizacionales, será un recurso muy apetecido por las empresas que ya han visto en ello un medio de mejorar eficiencias, evitando las pérdidas de tiempo que se generan en los desplazamientos entre la ciudad, por la congestión del tráfico, las distancias y los modelos de transporte masivo que, en muchas ciudades, no corresponde a las necesidades de la época.

Los horarios de oficina, se ajustarán a los requerimientos de los oficios que son estrictamente necesarios. El desplazamiento de las personas se determinará más en función de la demanda de mano de obra en las industrias. La sociedad del conocimiento, irá reemplazando, ahora, más rápidamente, por la disponibilidad de la ciencia y de la tecnología, estos oficios, gracias al desarrollo de la robótica y la inteligencia artificial.

La infraestructura empresarial e institucional, en general, basada en una composición costosa de construcciones e instalaciones físicas ostentosas, quedará, muy rápidamente, obsoleta y, el uso del suelo, seguramente, será más para desarrollo de vivienda y recreación, dando muy alta prioridad al componente ecológico amigable con la naturaleza.

El regreso al hogar de las familias, permitirá generar una mayor integración y los modelos recreativos “in-house” mostrarán un desarrollo más acelerado del que hasta ahora traían. El hogar no será simplemente un sitio para compartir y trabajar, en un horario que, poco a poco, las personas sabrán ir distribuyendo en el día, sino que también, será el centro de aprendizaje y formación de todas la familia y cada uno de sus componentes. Por lo que los centros de enseñanza tenderán a desarrollar sus estrategias de innovación en este sentido, no solamente con el acelerado crecimiento del “home schooling” sino con la competencia entre colegios y universidades que tendrán que responder a este desafío, poniendo el conocimiento de sus catedráticos al servicio de la investigación y desarrollo de procesos novedosos y más prácticos de formación en casa.

La sofisticación del servicio de mensajerías, para todo tipos de bienes,se acelerará exponencialmente y el tráfico aéreo de drones tendrá que ser regulado para evitar la congestión del futuro.

El cuidado de la salud y la exigencia por mejores y mayores servicio médicos y sanitarios, llevará a que los médicos vayan a los hogares del paciente y no al revés, como ahora sucede. Las muestras de laboratorio que los institutos especializados, por las circunstancias actuales, han tenido que tomar, en los hogares de las familias, ya no serán algo exótico, sino un factor de supervivencia fundamental para tales instituciones.

En fin, nada de lo que la organizaciones habían estimado en su planeación estratégica, muestra total validez a la luz de un futuro próximo después de la pandemia ; y, la permanencia de las instituciones todas va a depender de qué tan bien respondan al momento de la crisis y de qué tan bien sean capaces de visualizar los nuevos escenarios post – pandemia.

Este es el desafío para los responsables de liderar las organizaciones, ante los retos que imponen las circunstancias.

Ha llegado la hora de centrarse más en la dirección estratégica y menos en continuar desarrollando un plan estratégico que, ante la crisis, ya se ha vuelto totalmente obsoleto.