«Si bien, la ignorancia y la ambición desmedida de los tiranos del régimen chavista dieron al traste con el país. Los gestores de tal desastre, fueron los líderes políticos, empresariales y sociales que, de espaldas a la realidad del país, en la década de los 80s y principios de los 90s, excluyeron a la mayoría de la población de sus derechos fundamentales, les negaron de manera represiva y descalificadora su derecho a disentir y, con sus actitudes clasistas de menosprecio por los más pobres y desposeídos, llevaron a la mayoría de la población marginada al limite de su paciencia; por lo que se lanzaron al abismo al que lo condujeron los líderes perversos de turno: militares más corruptos que los dirigentes anteriores, embriagados por el licor de su propia ignorancia.» (Jairo A Trujillo Amaya)

En estos días, mi cabeza no deja de dar vueltas pensando sobre: ¿qué causó el problema de Venezuela?

Desde los años 80s, siempre estuve vinculado a ese país y disfruté de las atenciones de muchos de los empresarios y políticos que lo manejaban. El nivel de vida de ellos y de las élites de la sociedad venezolana en general, daba envidia a sus pares colombianos.

El acceso a todo tipo de lujos: vehículos de alta gama, exquisitos restaurantes, viajes al exterior en medio de los tures más sofisticados, disposición de todos los medios electrónicos imaginables y una envidiable infraestructura que se evidenciaba en sus fabulosas autopistas; nos descrestaban, por decir lo menos, a los colombianos que buscábamos oportunidades de comercialización para nuestra pobre producción nacional y que, por la decrepitud de nuestros empredimientos, no nos permitía colocar nuestros excedentes del mercado colombiano, sino en países como Ecuador y Venezuela, pues no éramos competitivos en ninguna otra parte del mundo.

Sin capacidad de innovación, con una calidad muy elemental, en medio de una protección gubernamental exagerada a la producción nacional, los colombianos, no teníamos acceso a los productos que fácilmente se veían en los paises desarrollados del mundo.

Venezuela, había logrado desarrollar una industria de explotación de materias primas que daba envidia a todos sus hermanos en Latinoamérica y, a diferencia de ellos, colocaba ingentes cantidades de producción minera en países muy avanzados, como EEUU y otros países de Europa. Pero, a falta de iniciativa y por el exceso de conformidad que este hecho generaba, su industria: manufacturera, agrícola y de servicios, le exigía abastecerse del exterior.

Por aquellos años, el nivel de eficiencia del transporte aéreo y marítimo, gravaba enormemente los costos de los productos provenientes del exterior, lo que representaba una ventaja competitiva, en costos, para los productos manufacturados en Colombia, debido a su proximidad geográfica.

Los venezolanos, con una moneda más fuerte que la colombiana, debido al exceso de divisas que sus exportaciones generaba, llegaban a Colombia con una capacidad de compra extraordinaria y, muchos de los que teníamos parientes y amigos, de clase media y media baja, en aquel país, los veíamos como ricos, cuando llegaban a gastar en Colombia.

Sin embargo, la realidad que vivía la mayoría del pueblo venezolano era muy distinta. A Venezuela se la estaba robando la corrupción de los regímenes de turno que, en manguala con algunas personas influyentes de la sociedad, saqueaban los recursos del Estado y mantenían en la miseria a la mayoría de la población. Veamos algunas referencias de la época al respecto:

– «La maximización del poder de los partidos y la concentración de la decisión en la cúpula dirigente, reforzado con las reglas electorales prevalentes hasta hace poco, redujeron el control del ciudadano sobre la dinámica interna de los partidos y sobre el desempeño de las autoridades electas. La disciplina partidista limitó la capacidad de los elegidos para responder directamente a las demandas del electorado.
Los altos costos de la campaña electoral crearon un conjunto de «barreras de entrada» económicas a los grupos políticos de menores recursos, por lo que en la práctica el sistema no garantizó igualdad de oportunidades político-electorales y generó una tendencia a la oligoplización del juego político. Igualmente estos costos indujeron al financiamiento privado de las campañas y de las actividades regulares de los partidos, generándose por esa vía un conjunto de compromisos espúreos entre los partidos y sus financistas privados (Rey, 1989c:298-304; Alvarez, 1995).

Finalmente, la proliferación de escándalos por hechos de corrupción administrativa, en los que frecuentemente estaban involucrados miembros de los partidos, junto con las dificultades económicas de la década de los 80 y la implantación del programa de ajustes económicos a partir de 1989, llevaron a la población a cuestionar la capacidad e idoneidad de los partidos políticos como gestores públicos.»

http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/lasa97/kornblith.pdf

– «Otra tendencia relevante de los últimos procesos electorales ha sido el debilitamiento de la dinámica bipartidista, escenificada entre AD y Copei, en formación desde 1958, pero hegemónica desde 1973 (Rey, 1989a). En las elecciones de 1988, entre AD y Copei concentraron 90 por ciento de los votos para el cargo de Presidente de la República y el 80 por ciento de los votos para la Cámara de Diputados. Mientras que en las elecciones presidenciales de 1993, el Presidente electo, Rafael Caldera, apoyado por Convergencia, MAS y otras pequeñas agrupaciones, logró una apretada victoria con el 30,45 por ciento de los votos. En esa ocasión los votos sumados de los candidatos presidenciales de AD y de Copei alcanzaron el 46 por ciento, y en la cámara de Diputados el 53 por ciento de los puestos. Ello significó que por primera vez desde 1958 un candidato no apoyado por los partidos AD o Copei (aunque Caldera atrajo importantes segmentos organizativos y de votación de Copei) logró la 23 victoria electoral.
Como resultado de este patrón de votación se produjeron aspectos novedosos en la composición de los cuerpos legislativos, que a su vez , afectaron las relaciones entre los poderes Ejecutivo y Legislativo. La coalición de partidos que apoyó a Caldera no logró obtener mayoría en el Congreso. Situación muy distinta de aquella en la que el gobierno contaba con la mayoría absoluta en las Cámaras, o cuando entre AD y Copei concentraban entre el 70 y el 80 por ciento de los puestos del Congreso.

La tendencia al debilitamiento del bipartidismo se ha visto acompañado por la presencia de partidos de oposición al gobierno en posiciones de poder, por efecto de las elecciones directas de gobernadores y alcaldes. En los comicios de 1989 los partidos Movimiento al Socialismo (MAS) y la Causa Radical (LCR) obtuvieron un gobernador cada uno. En el proceso electoral de 1992, el MAS logró 3 gobernaciones, la Causa R obtuvo 1 además de la importante alcaldía de Caracas. A Copei le correspondieron 11 gobernaciones y 7 a AD. «

http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/lasa97/kornblith.pdf

Conclusión:

Si bien, la ignorancia y la ambición desmedida de los tiranos del régimen chavista dieron al traste con el país. Los gestores de tal desastre, fueron los líderes políticos, empresariales y sociales que, de espaldas a la realidad del país, en la década de los 80s y principios de los 90s, excluyeron a la mayoría de la población de sus derechos fundamentales, les negaron de manera represiva y descalificadora su derecho a disentir y, con sus actitudes clasistas de menosprecio por los más pobres y desposeídos, llevaron a la mayoría de la población marginada al limite de su paciencia; por lo que se lanzaron al abismo al que lo condujeron los líderes perversos de turno: militares más corruptos que los dirigentes anteriores, embriagados por el licor de su propia ignorancia.

Los invito a reflexionar al respecto.