¡Qué rápido ha pasado el tiempo! Con algunos de Ustedes, nos dejamos de ver siendo apenas unos adolescentes.
Nos conocimos cuando éramos niños. Crecimos juntos y pudimos formarnos en un colegio con valores cristianos que aún, en algunos casos, inconscientemente, conservamos como parte de nuestra identidad.
Seguramente, ese era parte del ideario de muchos de nuestros padres, si no de todos.
La realidad, es que esa impronta del colegio, determinó un talante que ahora, en nuestro reencuentro, noto que se mantiene y nos distingue.
Hay espíritu de solidaridad y de un compañerismo que, a pesar de todo el tiempo transcurrido, no se ha perdido.
Algunos ya se han ido. Los que creemos en Dios y una vida sobrenatural, sabemos que, desde el lugar en que se encuentren, comparten este momento tan especial con nosotros.
Aquellos, cuya fe se ha enfriado, seguramente sienten la nostalgia de su ausencia, que no es otra cosa que la manifestación del cariño que, independientemente de su partida, transciende a este momento.
Algunos. Tal vez la mayoría, somos abuelos. Otros, probablemente, no lo son, porque no ha llegado la hora o, simplemente, escogieron otro camino, igualmente, válido de realización personal y, por tanto, de estilo de vida. Pero, todos estamos, de alguna manera, unidos por ese reencuentro maravilloso que sella una vida, cuyo origen, ya se ve lejano, pero que, en el principio de nuestra formación intelectual y espiritual, constituyó la esencia de lo que hoy somos como personas.
Doy gracias a Dios por haber podido llegar a este momento. Varios no lo lograron. Pero, su recuerdo, nos debe animar a prepararnos para andar los últimos pasos en nuestro caminar por este mundo.
Llegará el día en que estaremos todos juntos, otra vez y para siempre, reunidos en la Gloria de Dios Padre, disfrutando la maravillosa compensación a una vida llena de esfuerzos y dificultades, sin que hayan faltado las alegrías que, por momentos, nos hacen olvidar todos los contratiempos que se presentaron en el camino.
Disfrutemos de nuestra compañía. Apoyémonos , ahora que empezamos a ser más débiles de lo que éramos cuando nos conocimos y mantengamos la alegría de disfrutar de los pequeños momentos, con la misma austeridad que lo hacíamos al principio, cuando las golosinas, compradas en la tienda del colegio, nos alegraba compartirlas, desprendidamente, con nuestros amigos.
A esta altura del camino, seguramente, ya hemos aprendido a ser más prudentes.
Nuestros gustos, se ha refinado, de manera que, la satisfacción no se logra por la abundancia, sino por la calidad de los momentos que se disfrutan.
Nuestra experiencia, nos permite dar consejo a los que son jóvenes y nos lo piden, confiados en la cantidad de años que hemos acumulado.
¡Qué oportunidad maravillosa de trascender dejando en ellos la huella de una buena enseñanza! y ¡qué precioso tener la oportunidad de ganarse el cariño de todos los que nos aprecian a esta edad, por lo que consideran nuestra sabiduría acumulada con los años! ¡No los defraudemos! Tenemos la capacidad de enseñar a muchos con el producto de nuestras experiencias. Disfrutemos esos pequeños momentos.
A todos, mi cariño permanente y mi agradecimiento, porque, después de tanto años y todas mis impertinencias, aún me consideran su amigo.
Jairo A Trujillo Amaya
Colegio Calasanz
Promoción 1966