Y así fue como, terminada la etapa de ingeniería, en la división de Montajes Industriales de la Cía. Colombiana de Cerámica S.A., empezaba mi maduración profesional en los temas de administración, formación que se adquiría en la práctica, con las bases profesionales logradas en otras disciplinas, generalmente, más técnicas, en las que se obtenían las habilidades necesarias en temas como: organización, disciplina y manejo numérico suficiente de las cifras que atañen al control de la gestión encomendada. Todo ello, sin necesidad de pasar por las universidades que hoy disponen de este tipo de facultades de administración o escuelas de negocios, como las que hoy enseñan estas disciplinas, donde, los alumnos de Administración, gastan ingentes sumas de dinero y tiempo para aprender lo que solamente enseña la vida con su pedagogía infalible de aprender por el error. Es así como el mundo se ha desarrollado, por la intervención del hombre, desde que Dios se lo entregó en el Edén, para su administración y desarrollo.
Así fue como, terminada la labor, los ingenieros de esta división, fuimos repartidos en diferentes lugares dentro de la organización.
Nuestro jefe, ingeniero mecánico, Gustavo Vélez, pasó a depender de SUMICOL, la empresa que presta servicios de ingeniería a todas las empresas de la Organización Corona; Pedro Rojas, nuestro dibujante, que convertía en extraordinarios dibujos de papel nuestros diseños, cuando no existía la virtualidad digital, pasó a la división de Mantenimiento y, mi compañero, Guillermo Durán, por sus virtudes de Ingeniero, que eran destacadas, pasó a formar parte de la división de Producción que era, en aquellos tiempos, como lo sigue siendo hoy en día, el “Core Business” del negocio de la organización.
En mi caso, pasé por el almacén de materiales y suministros, para, en corto tiempo, llegar a la división de Relaciones Industriales que era como se acostumbraba a llamar lo que hoy se conoce como “Desarrollo Humano” o, mejor aún, Gestión del Conocimiento.
Esta división, cuyo gerente era un joven y muy hábil abogado, llamado Gerardo Gómez; por el desempeño de su cargo, había desarrollado potencialidades en manejo laboral que le permitían hacerse responsable de tres departamentos:
La Jefatura de Personal, encargada de la selección, egreso y control de funcionarios en la empresa, así como de la nómina y las complejas relaciones con el sindicato , área manejada con destreza por el ingeniero Miguel Pinilla, hombre de plena confianza y de muy buena relación con todas las personas de la compañía.
La división de Capacitación y Desarrollo del personal, manejada por Consuelo Jiménez, otra profesional especializada en temas humanos y sociales, con muy buena capacidad para relacionarse, dentro y fuera de la organización, adelantaba los programas de formación de ejecutivos y operarios, así como se mantenía muy preocupada por el bienestar, en general, de todo el personal. Su carisma y capacidad de trabajo, permitieron desarrollar programas de lo que más tarde se denominarían como “outplacement” que permitieron a trabajadores que quedaban cesantes, por efecto de la modernización de las plantas y las funciones más técnicas a desempeñar, conformaran cooperativas de trabajo manual donde desarrollaban habilidades artesanales cerámicas, en escuelas creadas con este propósito. Su trabajo, dio una luz de esperanza a aquellas familias afectadas por la modernización industrial y facilitó su reinserción en actividades lucrativas que les permitieron mejorar sus ingresos y su realización personal y familiar.
En cuánto a mi, me correspondió la Jefatura del área de Servicios Generales y Seguridad Industria. A mi cargo estaban áreas como:
El archivo general de la empresa, que contaba con una señora muy mayor, Cecilita le llamábamos con cariño. Ella había sido secretaria de don Hernán Echavarría Olózaga, propietario de la organización. Era profesional en estos temas de manejo y control de archivos, lo que garantizaba la calidad de su trabajo y, además, se convirtió en mi primera secretaria. Gracias a ella, pulía mi redacción y ortografía, pues suplía, con creces, el trabajo que ahora hace el corrector de Word de Office en el computador, lo que aseguraba, también, la calidad de los comunicados que salían desde el departamento que yo manejaba.
Tenía también a mi cargo: el restaurante para más de mil quinientas personas, entre empleados y contratistas, el que manejábamos por administración delegada
El aerea de transporte de empleados que se desplazaban desde y hacia Bogotá, con conductores de mucha experiencia y confianza que facilitaron mi labor
Y, por último, el área de Seguridad Industrial, donde Carlos Rodriguez, con su larga experiencia, me permitió conocer y preocuparme por estos temas, al punto de poder vincularme, posteriormente, al Consejo Colombiano de Seguridad Industrial, en representación de la empresa. Allí, empecé a desarrollar habilidades que servirían mucho en mi vida posterior por el aprendizaje obtenido en lo que eran las relaciones gremiales y la interacción con el mundo empresarial, que sería, a futuro, clave en mi desarrollo profesional.
En este proceso, en la división de Relaciones Industriales, pude apreciar, muy de cerca, la complejidad del manejo sindical, en una época en que los trabajadores de las empresas eran seducidos por el partido comunista y todas sus variantes, para acabar con lo que denominaban –con el odio que les impregnaban en la ideología de la
lucha de clases–, las oligarquías capitalistas y la explotación que consideraban que se daba de los operarios de las empresas por una clase empresarial que atacaban sin piedad y sin reconocer que a ella debían su bienestar y desarrollo familiar. Los lideres sindicales, explotaban este sentimiento de los trabajadores en su propio beneficio, pues, estos, mal llamados líderes, devegaban sueldo, pero se dedicaban a viajar y viaticar para reuniones de centrales obreras, fuera de su empresa, adoctrinándose y alimentando ese espíritu por medio del cual anhelaban tomarse el poder con las estrategias marxistas leninistas basadas en la validación de “todas las formas de lucha” posibles, sin descartar ninguna, por anti ética que ella fuera. De allí se derivan las estrategias de secuestro, asesinato y extorsión que desarrollaron movimientos políticos subversivos en Colombia y que provocaron la creación de organizaciones reaccionarias contrarias que, aún hoy en día, se hacen sentir con el asesinato de campesinos y promotores de paz en todo el territorio colombiano.
Todo esto, lo experimentaba, en una realidad temprana que, en un futuro, no muy cercano, me tocaría, de manera muy personal, en otras etapas de mi vida que ya tendré oportunidad de narrar en estas deshilvanadas historias.
Por ahora, estaba allí, en unas actividades muy desprendidas de mis estudios y prácticas de ingeniería, sin saber para dónde iba mi carrera en la organización, pero haciendo y disfrutando, lo mejor posible, estás experiencias de vida profesional que nunca imaginé llegar a tener.