El reto en el mundo de los periódicos, a fines de la década de los 80, era penetrar en el universo de las comunicaciones y la publicidad, en un momento de apogeo comercial y de crecimiento económico importante, no solamente en Colombia, sino en el resto del mundo.

El periódico El País estaba enfrentado estos retos y, aunque era una parte de los medios de comunicación, la influencia de los periódicos regionales, era determinante para el devenir de la sociedad a la que pertenecían.

La situación de liderazgo del diario El Pais en el Valle del Cauca le exigía responsabilidades muy grandes respecto de la veracidad de la información y la calidad de la comunicación que entregaba a todos y cada uno de los habitantes de la región.

Los periódicos regionales eran determinantes para el devenir de la sociedad a la que pertenecían en cada una de sus regiones. La situación de liderazgo del diario El Pais, en el Valle del Cauca, exigía responsabilidades muy grandes al respecto, por la veracidad de la información y la calidad de la comunicación que entregaba a todos y cada uno de los habitantes de la región.

Para su gerente, el periódico constituía un reto, no solamente en términos del desarrollo de la calidad del producto que debía entregarse y los aspectos financieros y administrativos que ello conllevaba, sino también, en la calidad de la comunicación que influía necesariamente en el producto final, con base en el aprecio que los consumidores pudieran tener por él y la divulgación de su marca que, por primera vez en mi vida, veía que se mezclaba con el producto, de manera que, esta simbiosis, constituía el objeto de la producción industrial y su comunicación diaria con los consumidores.

Esta situación que detecté desde el primer momento, significaba un desafío para mi; un gerente que siempre, como tal, debía estar involucrado y ser responsable del producto y de su estrategia de marketing que, en las empresas en las que había trabajado —La organización Corona, Terpel, General Motors y Carvajal—, aunque tenían relación, manejaba de manera separada, con un criterio de independencia de las dos actividades que, los periódicos me mostraron que era equivocada en lo que a su particular gestión significaba.

El periódico era el producto pero, a su vez, era el que comunicaba sus bondades al consumidor que pasaba a llamarse, más concretamente, el lector. El producto era el medio principal a través del cual se comunicaba a sus clientes sus bondades. ¡Era el medio de comunicación de si mismo y, por tanto, su mejor medio de promoción!

Esto no quiere decir que no necesitara de merchandising, pero la esencia de su promoción, la constituía el producto.

Era tal la capacidad del medio de comunicación en sus lectores que, desde sus orígenes, los empresarios de todo tipo vieron en los periódicos y los medios de comunicación, una forma muy adecuada para aprovechar su influencia en la comunidad para hacer llegar a los lectores su información de los productos industriales y comerciales en general con propósitos de lucro.

Entender esto y tener la capacidad para resolverlo, era la clave de la estrategia de marketing.

La línea de direccionamiento, en este sentido, era clara y la presidencia y la junta directiva eran consecuentes con ello, cosa que facilitaba la orientación periodística que se preocupaba por la satisfacción de los diferentes tipos de lectores de conformidad con sus gustos y aficiones, de manera que los periódicos como este, de interés general, era en realidad un kit de productos empaquetados de manera diaria, donde el lector encontraba temas de todo tipo y necesidad: la política, la sociedad, los deportes, la cultura, las artes y los temas judiciales que, el común de la gente, devoraba con morbosidad diariamente, ansiando más de este tipo de información todos los días.

Las relaciones con las agencias de publicidad eran pan de todos lo días y ello enriquecía mi formación académica y experiencia de marketing, pues podía apreciar todas las estrategias de los diferentes productos y marcas que anunciaban, complementando mi conocimiento y especialización en esos aspectos.

Empezaba a apasionarme por un negocio que nunca pensé que pudiera entusiasmarme, de tal forma, que marcaría el resto de mi vida.