No es hora de dejarlo todo y abandonar el país. Es hora de que cada colombiano asuma el papel que le corresponde y para el que es capaz, propiciando una cultura responsable de cambios que deslinde la política social y económica de los intereses partidistas de politiqueros corruptos que, aliados con empresarios mafiosos, han arrasado con los principios fundamentales que aseguran la sostenibilidad de la Nación.

Aqui nacimos. Aquí crecimos. Nuestros ancestros creyeron y apostaron por Colombia.

Es cosa de aprender a entendernos en medio de las diferencias, como siempre nos recordó Gabriel García Márquez.

https://diariodepaz.com/2018/10/10/por-un-pais-al-alcance-de-los-ninos/

Pero debemos reconocer nuestros errores, dejando de ser tan apasionados. No podemos perder la razón, el propósito de nuestra existencia y la conciencia de nuestro último fin trascendente.

No habrá cambio, mientras no aprendamos a respetar la dignidad de todas las personas, sin excepción, y sin que entendamos que tenemos que enfrentar el reto de lograr una libertad responsable, para nuestro propio bienestar y el de los que comparten el pais con nosotros.

La justicia es la base sobre la cual se construye sociedad, porque, sin ella, no se puede garantizar esta libertad responsable.

Se requiere una justicia que respete, primero que todo, la vida y, en segundo lugar, el derecho a la propiedad bien habida como resultado del trabajo honesto de todos y cada uno de los ciudadanos. Una justicia que tenga la capacidad y la autoridad moral para sancionar con todas sus consecuencias al delincuente, de cualquier calaña, independientemente de su poder político y económico.

Una justicia que respete y haga respetar la vida. El bien más preciado de toda persona.

¡Basta ya de engañarnos creyendo que el asesinato y el terrorismo son acciones políticas válidas!

Quienes así piensan son monstruos degenerados que deben ser juzgados y encarcelados, de por vida, para que sus acciones depredadoras no sigan castrando la esperanza y el futuro de humildes campesinos y personas de bien que solo anhelan poder vivir en paz con el fruto de su trabajo y la esperanza de un mejor futuro.

Quedémonos en Colombia y asumamos el papel que el momento y la historia nos exige. Debemos promover la Implantación de una cultura verdaderamente democrática, donde quepan todos. Pero donde se respete la vida y se promueva la solidaridad entre todas las personas. Luchemos por vivir en paz, con austeridad y honestidad, para así dejar un camino más seguro a las nuevas generaciones.

Extirpemos a todos los corruptos, vengan de donde vengan, estén donde estén; y cambiemos a Colombia desechando, de una vez por todas, esos liderazgos políticos, económicos y sociales perversos que arrasaron con los valores fundamentales más elementales.

No permitamos que estos delincuentes sigan destruyendo la sociedad que nos corresponde defender.
.
¡Dios salve a Colombia!