La gestión de los negocios se fundamenta en el espíritu colaborativo que la justifica y que promueve la relación entre las personas, para lograr beneficios mutuos que redundan en frutos materiales, sociales, culturales y de amistad que, necesariamente, deberían conducir a un ambiente de paz que la promueva como elemento dinamizador vital para la sociedad toda.
Esta gestion de negocios permite, bien desarrollada, el progreso de la sociedad como un todo, en la medida en que, a través de ella, cada individuo, de manera particular y colectiva, puede alcanzar logros que, sin esta actividad, serían imposibles de obtener.
Pero, para que ello sea así, la persona debe ser formada desde la cuna en aspectos que, bien tratados, constituyen los valores fundamentales sobre los que se construye la mentalidad de cada una que las prepara, adecuadamente, para desempeñarse de manera solidaria y responsable en sociedad.
El fracaso casi sistemático de la humanidad, a través de su historia, por conseguir una sociedad en paz de manera duradera, se debe, indudablemente, a que las personas, desde la infancia, se forman más para la guerra que para la paz.
Se promueve, desde muy temprano, en la familia, la desconfianza en el vecino; se alerta sobre las amenazas que puedan provenir de la relación con los demás y se llega a proponer estereotipos de personas en las que se puede confiar o no confiar, sin considerar lo fundamental que es la dignidad de todas y cada una de ellas, ajenos a la condición hijos de Dios; que es lo que nos hace verdaderamente hermanos.
Si bien, no podemos ser ilusos, debemos repensar la forma como hemos educado y seguimos educando. ¿Cuál es la prioridad que damos al fijar los valores que determinarán el desempeño de esos niños y niñas que, el día de mañana, van a ser hombres y mujeres que se integrarán a la sociedad y cuyo comportamiento en ella determinará lo que será, a futuro, su progreso o perdición?
¿Qué es más importante: formar en la solidaridad y en el respeto a todas las personas, siendo conscientes de que su dignidad es igual a la nuestra y que somos hermanos en Cristo, o, fomentar el individualismo, la envidia y los odios entre hermanos, para sobresalir sin importar su costo y el daño ocasionado?
La repuesta a esta pregunta, es muy probable que nos lleve a pensar que, si bien, lo más digno sería lo primero, el tema es garantizar la supervivencia de los hijos; lo que nos podria lleva a pensar en lo segundo.
¡Craso error! Evidenciado por la gran frustración histórica que nos demuestra que, lo segundo, privilegiado sobre lo primero, solo ha generado (aparte de los avances de la ciencia y la tecnología), las ideologías perversas que siempre han pretendido privilegiar a unos personas sobre otras, dejando de lado la mancomunada búsqueda del progreso conjunto que se logra solamente si se vive en paz. Meta que no se alcanza sin el aprendizaje y la vivencia diaria de valores fundamentales como la solidaridad, la subsidiaridad, el respeto a la dignidad inviolable del otro, la justicia y, finalmente, el amor cristiano como expresión sublime de nuestra capacidad de darnos a los demás sin esperar nada a cambio.
Jairo A Trujillo Amaya
Consultor y asesor empresarial
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