La persona humana, desde el mismo momento de su nacimiento, anhela mayores espacios de libertad. Cuando sale del vientre materno, su primer grito, presagia esta ansia de libertad que empieza a alcanzarse, poco a poco, con los primeros movimientos que, muy temprano, se van complementando con la posibilidad de ampliar los espacios que ocupa, en la medida en que logra desplazarse.
Posteriormente, las posibilidades de desplazamiento se complementan, en la medida en que logra comunicarse, en la primera sensación relacional con el otro en la figura de sus padres. Esta comunicación, se va concretando con el conocimiento del idioma y la manera de expresarse oralmente. Lo que potencia el intelecto y el intercambio de información de manera acelerada, hasta que logra construir conceptos como expresiones abstractas del mundo físico que percibe.
Todo lo anterior, lleva a la necesidad de construir espacios nuevos, en el orden material, intelectual y espiritual. Este último, dado como expresión de la necesidad transcendente que nace ante la falencias intelectuales que no satisfacen las explicaciones al ansia de libertad que lleva a la persona humana a buscar y encontrarse con la persona divina en términos de aquella verdad suprema que es principio y fin de todas las causas. Es el encuentro con Dios, como expresión máxima de liberación y libertad, más allá de la muerte.
Para construir estos espacios de libertad, no se desconocen los medios necesarios, pero no suficientes, de la economía, como los que expresa Amartya Sen, cuando analiza los condicionantes de la falta de libertad que deben ser superados por los pueblos de todas las naciones. Es aquí donde, el concepto económico, juega un papel determinante, como función dependiente de este objetivo supremo de alcance de la libertad.
Pero, como todas las teorías, su construcción no depende, como generalmente y de manera burda se cree, de un instante inspirador que da solución a un problema tan complejo. La construcción de la idea se va madurando y formando como las piezas en el yunque del herrero. Gasper Lo Biondo pone algunos interrogantes al problema (Gasper Lo Biondo, S.J.,PhD, Respoinsabilidades Éticas de los Actores del Desarrollo. Woodstock Theological Center Georgetown University).
“¿Cuáles son los valores y principios éticos que pueden guiar el conocimiento y toma de decisión de los actores del desarrollo?
¿Quiénes son los agentes del desarrollo?
¿Cómo pueden trabajar los actores del desarrollo conjuntamente para lograr el bien común del desarrollo visto como libertad?”
Se empieza, con esto, a estructurar la idea con propósitos prácticos de implementación, que exigen tener que pensar y, luego, involucrar a los agentes de desarrollo y los conceptos ideológicos que para el logro de la propuesta se requieran.
Es aquí, donde la Doctrina Social de la Iglesia se la juega por una expresión pastoral transcendente pero que exige respuestas actuales a problemas actuales, frente a las cifras que muestran la descomunal tragedia de desigualdad y hambre que afecta a la humanidad.
Cáritas in Veritate (Benedicto XVI. Encíclica Caritas in Veritate. Bilblioteca Vaticana) se constituye en una propuesta determinante a la demanda de los desprotegidos con base en la expresión cuotidiana e inmensamente práctica de los evangelios para el mundo actual.
Por otra parte, está implícita en estas preguntas, ¿cuál es el papel del Estado y cómo debe incidir sobre el resto de los actores, para alcanzar los propósitos de esta propuesta de desarrollo vista como libertad?
“El rasgo central de esta idea de libertad, es nuestra capacidad de realizar los actos con sentido moral, en los cuales podemos comparar situaciones, planear, evaluar cursos de acción y comenzar a actuar en ellos. (Melchin, Kenneth, Living With Other People,Collegeville: Novalis Press, 1998).
En esencia, es un marco netamente ético que considera, por tanto, nuestra relación con el otro, en medio de un ambirente de libertad. Es un concepto que está determinado por los espacios que se constituyen en los derechos del otro, versus mis derechos, en cuanto no pueden ser violados por los demás.
Esta relación recíproca, conduce a determinaciones que tienen que ver con el bien común, como patrimonio de todas las personas que conforman la comunidad, condición básica para asegurar la igualdad de oportunidades para todos los asociados, sin coartar el derecho de otros a alcanzar sus propósitos, con respeto profundo por la libertad de todos, en un ambiente donde la prioridad está marcada por sosteninimiento y desarrollo del bien común.