Las implicaciones de la crisis de Viva Air, no solamente son consecuencia de una quiebra empresarial, sino del descuido del gobierno de turno que, en su momento, permitió que, tras el subterfugio de una fiducia, se creara un monopolio que abusó de su posición dominante para extorsionar al Estado, llegando a provocar una crisis en el sector aeronáutico colombiano de proporciones catastróficas para los pasajeros y toda una cadena del sector turístico que depende de este servicio aéreo.
Los organismos del Estado que representan al gobierno actual, deben actuar, de manera perentoria, con base en el principio que privilegia el interés general, (representado en pasajeros y cadena turística), sobre el particular de propietarios y empleados de este monopolio que ha embarcado a Colombia en semejante entuerto.
Ante el tamaño del desafío y siendo conscientes de que el Estado no tiene los medios organizacionales ni humanos para actuar con competencia ante esta amenaza, no queda opción distinta a la de declarar, de inmediato, una política de cielos abiertos que resuelva esta emergencia.
Las comunicaciones aéreas, para los habitantes de un país, son parte de su modelo estratégico que les permite actuar con diligencia en medio de un mundo globalizado donde se exigen dinámicas apropiadas para comunicarse, de manera rápida y efectiva, con el fin de responder a las exigencias de los mercados que requieren soluciones oportunas y de alta calidad para relacionarse.
El Estado, representado en su gobierno de turno, no puede ser indiferente al desafío y debe actuar sin dilaciones, como decíamos al principio, privilegiando el interés general sobre el particular.
Jairo A Trujillo Amaya
Consultor y asesor empresarial
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