Los escenarios que permiten visualizar el inmediato futuro, dentro de las diferentes teorías que al respecto existen para poder diseñar estrategias adecuadas de supervivencia y desarrollo empresarial e institucional, se enmarcan en modelos que, tomando en cuenta los fenómenos actuales y su probable evolución futura, se combinan con nuevas circunstancias relativamente predecibles, para determinar el ambiente económico, político y social que tendrán que enfrentar los empresarios y, en general, las personas que dependen, en alguna manera, de tales circunstancias predecibles.
Veamos algunos casos de lo que puede ser el escenario más probable para 2017.
El orden internacional, se vislumbra con alteraciones radicales que no se apreciaban desde la época de la guerra fría, producto de las tensiones propias que se daban entre dos potencias claramente identificables como eran la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y los Estados Unidos de América.
Hoy en día, con las posiciones presentadas por el presidente electo de los Estados Unidos y el mandatario ruso, la balanza de poder, pareciera estar marcada por un respeto profundo, por parte de Trump, hacia la personalidad de Putin.
Los hechos sucedidos en la campaña para la presidencia de los Estados Unidos y las decisiones, como el nombramiento del nuevo Secretario de Estado, muestran la intensión de reconocimiento mutuo de las dos potencias, de manera que se evidencia una política de equilibrio de fuerzas en las que pareciera repetirse la situación de la postguerra; América para los americanos y el Este para los rusos.
China es la amenaza común. Es el único país capaz de inclinar la balanza en algún sentido, pues el poder de su economía y sus estrategias de crecimiento, no le permiten plegarse a las decisiones que puedan tomar las otras potencias ni aceptar una hegemonía que podría restringir su estrategia de alianzas, fundamentalmente económicas, que aseguren la continuidad de crecimiento que le permita seguir incorporando a sus ciudadanos en un modelo que ha sido efectivo, en la medida en que su infraestructura atiende ya a un diseño de «clase mundial» que muestra su efectividad penetrando con sus productos todas las economías del mundo.
China ha entendido que esta es la única vía posible para dar empleo y mejorar los ingresos de una población sumamente grande y con porcentajes muy altos de pobreza extrema. La respuesta de este tercer protagonista en la escena mundial va a depender de la forma como se pretenda restringir su política de expansión económica hacia el mundo. Seguramente, tratará de evitar confrontaciones graves si puede seguir, como hasta ahora, aumentando su protagonismo en los países del tercer mundo que tiene un gran potencial de consumo, fundamentalmente, por vía de su crecimiento poblacional y económico, como es el caso de América Latina, Africa y los países árabes no alineados que conservan una gran riqueza y están captando ingentes sumas de dinero, procedente de inversionistas extranjeros que empiezan a apreciar su potencial.
Tanto los países subdesarrollados como los que se encuentran en vías de desarrollo, seguirán navegando en aguas turbulentas, obligados, en medio de sus miserias, a venderse «por un plato de lentejas» al mejor postor.
Latinoamérica seguirá siendo el patio de atrás de los Estados Unidos, con importancia estratégica relativa muy disminuida, en la medida en que no aporta, al menos en el inmediato futuro, mayor valor agregado a la política ni a la economía internacional.
Entrando al escenario más inmediato de Colombia, sus proyecciones muestran un futuro altamente incierto, en la medida que el país se encuentra en un proceso de des-institucionalización extremadamente grave por la corrupción de los funcionarios de Estado y de la clase empresarial que encuentra maneras de lucrarse de este estado de cosas, las promueve y sofistica para asegurar su botín en el largo plazo.
Colombia sufre el resultado de contar con una oposición política que se ha encargado de recorrer por el mundo todos los escenarios posibles, pretendiendo desprestigiar el país y su gobierno, en lugar de utilizar los escenarios propios de la democracia a nivel interno para que, cumpliendo la función que le corresponde, pueda ser una alternativa válida de gobierno que muestre soluciones concretas a los problemas del país y no se quede en el chisme y la calumnia que, aparentemente, le ha brindado un capital de «idiotas útiles» importante para su caudal electoral, pero sin ninguna capacidad para presentar propuestas inteligentes y progresistas que saquen al país del atolladero en que esa misma oposición perversa lo ha metido.
Volviendo a nivel global, el fenómeno de las guerras religiosas y culturales, cuya presencia más aguda se da en el Medio Oriente, muestra los niveles más bajos de degradación, protagonizado por el renacimiento de odios ancestrales que hacen que los musulmanes radicales pretendan cobrar, después de tantos siglos, las mismas atrocidades cometidas por la cristiandad medieval que, al perder su norte, pretendió expulsar, a sangre y fuego, a los musulmanes de los lugares santos. En ese desgraciado escenario, las potencias miden fuerzas bélicas y políticas, como campo de entrenamiento que les permita prepararse para cualquier confrontación de mayor envergadura a nivel internacional.
Todo ello, hace prever que el nuevo año, vaya a ser muy turbulento y complejo, por el proceso de confrontación de fuerzas de poder a nivel internacional y nacional.
Pero, debemos tener claro que, otra vez, lo que no podamos lograr por nuestros propios medios, nadie nos lo va a dar.
Debemos recuperar el sentido ético de nuestra participación ciudadana y ser capaces de forjar nuestro destino, respetando las diferencias y dando a todos los que pueden aportar para el buen desarrollo del país, los espacios políticos y sociales que les permitan contribuir para hacer de Colombia un país viable y sostenible, de manera que podamos apostar por un 2017 que nos brinde un mínimo suficiente de prosperidad.