Una vez sacadas las conclusiones que nos han permitido conocernos mejor, debemos pensar qué tan satisfechos estamos con lo que somos y qué desearíamos ser.
El gusto por lo que se hace es, como ya sabemos, condición necesaria para tener éxito en todas las actividades de la vida. No importa el oficio sino qué tanto nos gusta ese oficio.
En alguna ocasión, cuando Pelé, el famoso jugador de fútbol brasilero, era entrevistado por algunos periodistas interesados en conocer el secreto de su habilidad, su respuesta fue que no tenía ningún secreto diferente a que le gustaba apasionadamente lo que hacía.
Ese gusto por el oficio lo vemos en todos los individuos que se destacan, tarde o temprano, en sus actividades: García Márquez, en su biografía (Vivir para Contarla), nos muestra cómo el tesón y el empeño por alcanzar lo que se quiere es, a la larga, compensado por el reconocimiento general a una vida dedicada a lo que más gusta.
El gusto por lo que se hace o se quiere hacer, es la esencia para soportar con entusiasmo los difíciles momentos que exige la preparación para el oficio, el progreso y la competencia que, en muchos casos, el oficio impone. Es la motivación para ser suficientemente persistentes y disciplinados.