La Meca de la democracia, empieza a erosionarse con las actitudes de los republicanos que niegan los derechos de los inmigrantes. Muchos de ellos latinos que, una vez lograda su posición de confort, olvidan su origen y traicionan sus principios y raíces latinas. ¿Problemas de memoria? ¿Problemas éticos? O simplemente, ¿indiferencia y desprecio por el hermano?
Los Estados Unidos de América, son el producto de una diversidad de razas que se han venido integrando a su historia, como resultado de la inmigración de ciudadanos de múltiples países del mundo que, desplazados de sus tierras de origen, por guerras internas o internacionales, así como por la violencia que generan los regímenes absolutistas que no respetan los derechos humanos de sus ciudadanos; han encontrado refugio en un país cuya constitución, en su origen y en cada una de sus enmiendas, promueve los derechos humanos, el respeto a la libertad y la integración, en medio de las diferencias.
No se entiende cómo puede crecer, como espuma, dentro del partido Republicano, el apoyo a un candidato racista que desprecia a los latinos, como lo manifiesta el Señor Trump.
Si revisamos la historia reciente de Alemania, la propuesta del Señor Trump, no se diferencia en nada a la propuesta del líder del partido Nacional Socialista, Adolfo Hitler, que logró promover un nacionalismo radical y a ultranza que culminó con los judíos en campos de concentración y una guerra mundial que provocó la muerte de más de sesenta millones de personas.
Dios quiera que esto no sea el principio de una ideología xenofóbica a la que se integran hermanos para luchar contra hermanos que olvidan sus orígenes y sus raíces, por defender un estatus que consideran en riesgo, cuando están en una sociedad que es una amalgama de razas que la han hecho libre, democrática y ejemplo ante el mundo entero de progreso y crecimiento en medio de ejercicio de la libertad responsable de cada uno de sus ciudadanos, provengan de donde provengan