La economía de los EEUU, empieza a mostrar signos de debilitamiento y, los primeros indicadores que evidencian el cambio de tendencia, se dan en las cotizaciones de la Bolsa de Valores.
El valor de las acciones en los mercados, es un indicador incuestionable del nivel de confianza de los inversionistas. Aquellos que, en las economías capitalistas, jalonan los procesos de generación de valor de los negocios, pero, aún más: los que movilizan el dinero que respalda el desarrollo empresarial de los países en las economías de libre mercado.
¿Qué está pasando en la mayor economía de mercado del mundo entonces?
Pues, como ya dijimos, hay una pérdida de confianza de los mercados en los EEUU, producto de la cantidad de improvisaciones y desatinos que ha manejado, hasta ahora, el presidente Trump.
La onda expansiva de generación de confianza que, en los mercados del mundo, logró el liderazgo demócrata de Barack Obama, hasta aquí llegó; y, por falta de una orientación clara que la impulsara, para continuar con su proceso, empezó a debilitarse hasta que ya empieza a mostrar evidencia de que no aguanta más.
La decisión del gobierno de los EEUU de no mirar hacia los mercados del mundo ni respetar los acuerdos, ha generado inestabilidad interna. Está provocando que la divisa americana ya no sea la base preponderante del comercio internacional.
Los países acosados por las amenazas de presidente americano, han visto, en la utilización de divisas alternas, la posibilidad de continuar con sus economías expansivas en medio de un mundo globalizado que puede, como lo viene demostrando ahora, continuar su crecimiento, mirando a economías fuertes como la China y Japón que, en las últimas décadas, había perdido protagonismo económico.
Pero también aparecen nuevas economías, dispuestas a jugar duro en este escenario global, como la India, que ya se encuentra en el quinto lugar de las más grandes economías el mundo, después de Alemania.
Este fenómeno de pérdida de liderazgo de la moneda americana en los mercados del mundo, hace que su divisa ya no tenga el mismo nivel de demanda. Lo que, seguramente, provocará un fenómeno de depreciación del dólar. Otra muestra de falta de confianza, ya no de los mercados internos en América, sino de los mercados mundiales que empiezan a encontrar más seguridad comercial en otras divisas.
Los fenómenos políticos determinan el comportamiento económico y social de los mercados y no al revés. Esto no lo ha entendido el nuevo gobierno americano, que se ha encargado, por su obsesión de borrar a Obama de la historia, de generar tal grado de incertidumbre y desconfianza en los mercados que ya los indicadores empiezan a pasar la factura de cobro.
Por una pérdida de protagonismo mundial, premeditada por el deseo de “hacer de EEUU grande nuevamente”, el Señor Trunp perdió el concepto de relatividad que la idea de tamaño contiene. Se quedó mirándose en el espejo, sin mirar a los demás, por lo que no se dio cuenta que los otros crecían, a pesar de sus deseos faltos de solidaridad y particularmente egoístas.
El nombramiento, ahora, del nuevo director de la FED, un hombre sacado del bolsillo del presidente, augura una pérdida de independencia política de un organismo que sería clave en el proceso de amortiguar las decisiones erradas del gobierno. Lo que podrá, seguramente, aumentar el nivel de incertidumbre por la pérdida de autonomía de una oficina que ha sido clave para salvar las crisis económicas a las que ya nos tiene acostumbrados, en este siglo, el partido republicano.
El proceso de caída no es rápido, es lento.
Las grandes economías, por su tamaño, caen lentamente, la historia lo demuestra permanentemente. Así cómo los elefantes caen despaciosamente, también aquellas economías lo hacen, con un gran estruendo que genera pánico, después de lo cual, les cuesta mucho trabajo volver levantarse, si es que lo logran.