Nunca antes había sido tan importante, para todos los empresarios y emprendedores en Colombia, gestar, de manera urgente, procesos de re Ingeniería que exigen considerar un escenario político muy diferente al que tradicionalmente venían acostumbrados

La muy alta probabilidad de la llegada de Gustavo Petro a la presidencia de la República presenta nuevos escenarios, muy probables, que marcarán un cambio de tendencias socioeconómicas que, de no considerarse, podrían afectar, de manera negativa, la salud económica de las empresas, si no se comprende el horizonte que el nuevo liderazgo político marcará, en términos de nuevas amenazas y oportunidades para todos los colombianos y, particularmente, los empresarios.

Los discursos y planteamientos presentados por el candidato con mayor opción, dejan entrever una estrategia de orden político y económico de tipo nacional socialista.

Esta concepción del Estado es un oportunidad interesante para los productores nacionales y una amenaza para los comerciantes importadores que puedan afectar con sus negocios el crecimiento de la industria nacional.

Por otra parte, también se puede apreciar una oportunidad para la producción agrícola que irá acompañada de una reducción de la migración de campesinos del campo a la ciudad, en la medida del nivel de aseguramiento de las condiciones de vida de campesinos arrendatarios o propietarios de tierras que pueda lograr el gobierno, con base en una alta inversión en infraestructura para la implementación de servicios al campo y un compromiso real para garantizar la protección de la vida de todo el campesinado.

Seguramente los propietarios de las tierras de engorde tendrán que preocuparse por poner a producir estas tierras, pues la política orientada a desactivar estas actividades rentistas no productivas les afectará gravemente, por reformas tributarias muy gravosas que exigirán una productividad muy alta de la tierra, en detrimento de la simple y cómoda rentabilidad que percibe, por valorización comercial no declarada, quien se dedica a acaparar grandes extensiones sin ponerlas a producir.

Igual cosa sucederá con el sector financiero, que deberá, seguramente, enfrentar la competencia de la banca internacional promovida por el Estado para reducir las tasas de interés que en Colombia son francamente depredadoras. No sería extraño que, ante el oligopolio existente en este sector, algunas entidades financieras de segundo piso con participación del Estado, pasen a competir directamente con la banca privada, atendiendo con sus servicios a los usuarios finales, evitando, en muchos casos, la intermediación de la banca de primer piso, con el fin reducir esta costosa y, muchas veces, obstructiva intermediación.

Los propósitos de reducción de nivel de pobreza requerirán más inversión social, lo que exigirá incrementar los ingresos del Estado como producto de los incentivos al crecimiento de la empresarialidad productiva colombiana, en contra de la empresarialidad importadora que se verá muy afectada. La teoría de esta concepción es que, a menos importaciones más empleo, en la medida en que estas son compensadas con producción nacional. Suecia y los países nórdicos de Europa suelen ser un buen ejemplo de ello.

Con base en lo anterior, es de esperarse que, por la vía de este nuevo modelo, se incremente el nivel de demanda, por la mejora de la posición económica de los empleados y empresarios nacionales, lo que favorecerá el crecimiento de los mercados.

Pero, se puede presentar un nuevo reto: la necesidad de montar estrategias para frenar la inflación que pudiera acelerarse por la demanda agregada que, de no compensarse con competitividad entre empresas nacionales, haría crisis, llevando a evaluar, nuevamente, la estrategia ante la insuficiencia de recursos para apalancar el gasto adicional y un crecimiento de la demanda no satisfecha que daría al traste con toda la estrategia.

Como en economía y política nadie puede asegurar lo que va a pasar, es mejor que al presidente que gane le vaya bien y, para ello, es necesario dejar que la carreta que carga las responsabilidades del desarrollo equilibrado y justo, ruede bien, sin que aquellos que ponen sus intereses particulares por encima de los de los demás, le atraviesen palos a las ruedas que le impidan andar.