Dentro de pocos dias, estaremos celebrando otro aniversario del nacimiento de Cristo. El hijo de Dios vivo, que se hace hombre como nosotros y participa de todas nuestras debilidades, porque necesita mostrar, el sentido y la praxis de una vida plena, fundada en el amor, por medio de esa pedagogía Divina y sobrenatural que viene del Padre, pero, a la vez, muy natural, porque la realiza el Hijo en medio del mundo. Ese amor que es el sentimiento más profundo de servicio, manifestado en hacer el bien al otro, sin esperar nada a cambio.
Un acto supremo de amor que nos redime. En la medida en que nos muestra el camino por el cual nos podemos encontrar fácilmente con Dios a través de nuestra participación redentora con el otro que nos necesita y nos salva con su mismo amor.
Ese es el gran misterio que podemos palpar en la realidad cotidiana, cuando nos encontramos con las dificultades que padecen quienes nos acompañan en el camino y requieren, como nosotros, una mano tendida en un momento oportuno, sin ningún pago a cambio. Una mano que, en la medida del esfuerzo que realiza, salva, y lo logra, plenamente, cuando el esfuerzo es supremo.
Esta pedagogía que se inicia con el nacimiento de Jesús, nos irá mostrando, por etapas, la forma de iniciar, de continuar y finalizar nuestra misión salvadora en este mundo. Una misión que se cumple, si y sólo si, se cuenta con la participación del otro que nos brinda la posibilidad de salvarlo, pero que también, por ese mismo acto de amor, nos salva. Una cruzada de amor que se expande a la humanidad entera.
Una pedagogía que nos muestra el principio, con las enseñanzas propias del Nacimiento de Cristo; que nos muestra que debemos empezar por ser humildes y, esa humildad, se forja en medio de las dificultades más extremas.
Cuando Dios se hace hombre, el milagro, fundamentalmente, se manifiesta en la manera como Dios, principio y fin de todas las cosas, El Ser Supremo, es capaz de rebajarse al grado de la persona más débil y más necesitada. Un niño recién nacido, totalmente vulnerable, en un hogar extremadamente pobre y perseguido por los poderosos que quieren matarlo.
La pedagogía Divina no se manifiesta en grandes escritos y dicertaciones. Se evidencia en ese ejemplo de humildad que, a través de los años, prospera y se muestra en una vida plena de amor por el otro hasta el punto de entregarla en supremo holocausto para salvarnos.
La Navidad, es esperanza. Esperanza en un mundo mejor. En una futura salvación y un encuentro definitivo con Dios. Meta final de nuestra existencia y razón de ser de nuestro paso por este mundo.
Concentrémonos en familia meditando y dando gracias a Dios por este hermoso misterio.