“Los que dicen que es imposible no deberían molestar ni interrumpir a los que están haciendo”.
Thomas Alva Edison.

Todo tiene solución y explicación, lo que vale es el presente. Si pesa el pasado, hoy lo podemos arreglar; si preocupa el futuro, hoy lo podemos crear. Por difícil que esté el camino siempre hay forma de superar lo que nos propongamos.

La amenaza que vive la agricultura colombiana con su envejecimiento poblacional y que las nuevas generaciones no le apuestan a la misma, es una realidad crítica que no es imposible solucionar. En realidad, se puede materializar el empalme entre las generaciones salientes y entrantes, pero, para tal propósito, debemos trabajar incansablemente.

Lo primero es creer en el potencial del agro para generar riqueza y desarrollo en Colombia. Basta con repasar lo que el campo le ha dado a la economía nacional a pesar de sus dificultades conocidas. Recordemos una inolvidable: en pandemia nunca hubo escasez de cosechas, el campo no nos falló y la economía del país se movió gracias a la actividad del agro.

Lo segundo, es imaginar lo que la nueva generación podría sumar a los adultos con ideas nuevas, si aplicamos en ellos y con ellos el emprendimiento, la innovación y el desarrollo empresarial que el campo necesita. Cuando los jóvenes descubren el atractivo de la producción agrícola y la transformación de sus derivados, aparece esa palanca motivadora que los centra en el trabajo por su empresa agrícola.

El reto de lograr que se materialice el empalme requiere de acompañamiento a las comunidades, de mapear la población de jóvenes, de escuchar sus anhelos y de orientarlos en las diferentes opciones que tienen para realizar su proyecto de vida en el campo. Sería irresponsable decir que tan solo con una o dos interacciones se supera el problema, pues se trata de un asesoramiento de largo alcance, que produzca esa fuerza magnética para juntar las opiniones y las acciones de las generaciones entrantes y salientes del agro.

Es preocupante revisar cifras como las del DANE y encontrar que la población del campo tiene una edad de entre 41 y 64 años, y que hay departamentos geográficos en los que la edad promedio supera los 57 años, lo que podría significar que en 10 años no existirá población para trabajar en el agro colombiano. En el presente debemos incluir a los jóvenes, porque debemos cultivar su potencial para las empresas del campo.

Procultivos ANDI ha logrado el involucramiento de los jóvenes en sus programas. Les contamos que de los casi 10.000 beneficiarios del 2023, gratamente encontramos agricultores y apicultores jóvenes (18 a 28 años) presentes en las jornadas: el 17 % fue el porcentaje promedio de esta población en las diferentes fases de acompañamiento, para proteger, nutrir y polinizar los cultivos adecuadamente. Cuando nos referimos al diplomado para formar formadores con andragogía, tuvimos una representación del 55% de jóvenes interesados en aprender a enseñar las prácticas sustentables del campo agrícola.

Si trabajamos con los jóvenes y los adultos, realmente encontramos la perfecta amalgama entre frescura y experiencia. No podemos claudicar, al contrario, ojalá nos enfoquemos en cultivar desde hoy ese empalme generacional que necesita el campo colombiano.

Vamos juntos por ello, sé que lo lograremos.