Amigos, por segunda vez tenemos al señor Polan Lacki en el blog Cultivando al Ser.
Como ya lo hemos expresado admiramos su trayectoria, sus más de 50 años al servicio del sector agropecuario, también su sinceridad para expresar la realidad de la producción agrícola en América Latina, así como sus más de 100 artículos sobre productividad, asistencia y educación rural, entre otros aportes, además de reconocer su gran calidad y bondad. Gracias por aceptar de nuevo la invitación.
María Helena Latorre. Su trabajo, concentrado en los pequeños y medianos agricultores de más de 18 países hispanoparlantes, ha logrado resultados de cambio y transformación real, convirtiendo a los agricultores en situación de pobreza extrema a empresarios del campo. Cuéntenos su motivación, por favor.
Polan Lacki. Primera realidad: varios estudios confirman que en promedio los agricultores latinoamericanos reciben apenas el 15% de lo que pagamos los consumidores por los alimentos que llevamos a nuestros hogares.
Segunda realidad: por más voluntad, los gobiernos no tendrán suficientes recursos para apoyar a los agricultores, al contrario, cada vez están más endeudados y desfinanciados.
Tercera realidad: la productividad y eficiencia no se logra con subsidios y recursos temporales, es tarea propia de los agricultores, pues con sus propias manos ellos logran solucionar problemas de acceso a insumos, de mejores producciones, de administración de sus fincas, de transformación e incorporación de valor agregado y de comercialización de cosechas.
En fin, lo difícil no es imposible y estos factores han sido mi motivación toda la vida.
MHL. ¿Cómo ha logrado esa transformación a empresarios del campo?
PL. Ellos han logrado unir esfuerzos para producir y comercializar, generar escalas para comprar y vender. Además, logran asesoramiento técnico de personas u organizaciones comprometidos. Su principal meta es ser más productivos y rentables; por eso las reglas de juego las fijan los productores organizados, no al contrario, en lo cual hay tropiezos entre tantos intereses.
Paso a paso los productores pueden iniciar la “eficientización” productiva, para lo cual requieren conocimientos adecuados más que de subsidios; es imperativo reducir los costos por kilogramo producido, porque en el marco de la globalización no podrán sobrevivir. Miren estos ejemplos por favor:
- Los que siguen cosechando un promedio de 6.000 kilos de maíz por hectárea, deben conocer que dentro y fuera de América Latina ya hay productores con 10.000, 12.000 y hasta 16.000 toneladas por hectárea.
- Existen productores cosechando 3.000 kilos de trigo por hectárea, mientras en Chile ya hay cosechas de 9.500, 10.600 y hasta 12.000 kilos por hectárea.
- No podrán sobrevivir los que sigan cosechando 20.000 kilos de papas por hectárea, porque ya hay latinoamericanos con 40.000, 50.000 y hasta 60.000 kilos por hectárea año.
En fin, en mis artículos hay muchos más datos tanto de cultivos como de producción ganadera, en varias latitudes de América Latina. Por eso resalto como una de las claves la “eficientización”, porque estos simples ejemplos demuestran que hay errores elementales y primarios que pueden ejecutar los productores para cuya eliminación no requieren de altas decisiones políticas, ni de subsidios, sino de conocimientos, hay que lograr desaprender para reaprender con educación y acompañamiento.
MHL. Procultivos ha identificado la metodología andragogía, derivada de una plataforma sicológica conceptual, la cual logra mover emociones en los productores rurales y materializar el convencimiento desde su interior para desaprender y reaprender. Es así como CuidAgro y Mentes Fértiles, los programas que logran cambiar las prácticas agrícolas con andragogía, han logrado en los cultivos el manejo integrado de plagas, enfermedades y malezas, como la efectiva nutrición inteligente en los mismos.
PL. Debería existir andragogía para todo el acompañamiento de los agricultores, no sólo en las prácticas agrícolas, sino en la “eficientización” de los productores. También los gobiernos deberían dedicar sus recursos en ese acompañamiento, no dando el pescado sino enseñando a pescar. Desaprender y reaprender es el reto y eso se logra con educación innovadora y diferente.
Los recursos del gobierno, de las ONG y demás entidades interesadas en la agricultura, podrían unir esfuerzos para ejecutar un plan de choque en educación para el campo agrícola, eso hace una diferencia, porque son los mismos agricultores los que toman las riendas y definen la suerte de su transformación.
MHL. Señor Polan, seguiremos en otras salidas de este blog con usted, será un enorme gusto. Mil gracias por su participación. Amigos, desaprender para reaprender, el reto de los adultos en todos los escenarios de la vida.
A continuación, les presento uno de los artículos del señor Polan Lacki y sus coordenadas para tomar contacto con él.
El agro padece por falta de conocimientos útiles pero los educadores «cierran los ojos» y se «lavan las manos»
Polan Lacki
En América Latina tenemos loables ejemplos de dedicación, mística y altruismo de educadores, que han hecho una excelente labor, a pesar de sus bajos sueldos y de sus adversas condiciones de trabajo. A ellos manifiesto mi respeto, admiración y reconocimiento.
Está circulando en América Latina una propuesta diferente en materia de desarrollo agrícola y rural. Esta sugiere reemplazar el Estado paternalista por un Estado educador que ofrezca a los productores rurales una educación tan emancipadora que ellos sencillamente no necesiten del paternalismo gubernamental. La propuesta se fundamenta en la constatación de que, como regla general:
1) Los agricultores con mayores dificultades y problemas económicos son coincidentemente los más ineficientes, ya sea como productores, como administradores de sus fincas, como compradores de los insumos o como comercializadores de sus cosechas y
2) Ellos son ineficientes no necesariamente porque les falten políticas agrícolas, créditos o subsidios, grandes inversiones, garantías oficiales de comercialización u otras ayudas gubernamentales, sino porque ellos no saben desempeñarse con la eficiencia y el profesionalismo que requiere la agricultura, altamente competitiva, del mundo globalizado.
En las Páginas Web que respaldan la propuesta:
– http://www.polanlacki.com.br
– http://www.polanlacki.com.br/agroesp
1) está demostrado que es exactamente en esta debilidad cognitiva y actitudinal (en la falta de nuevos conocimientos, habilidades, actitudes y valores) donde reside la gran causa generadora de los problemas de los agricultores y por ende de la agricultura.
2) está indicado que esta debilidad es consecuencia directa de la mala calidad de nuestro sistema de educación rural (escuelas fundamentales rurales, facultades de ciencias agrarias, escuelas agrotécnicas y servicios de extensión rural).
3) están identificadas y descritas las medidas, muchas de ellas sencillas y de bajo costo, que el referido sistema de educación rural podría y debería adoptar para corregir sus inadecuaciones y debilidades.
4) está demostrado que la adopción de gran parte de tales medidas correctivas está al alcance de los propios directores de las escuelas, profesores y extensionistas; en muchos casos sin necesidad de contar con decisiones políticas de alto nivel o con recursos adicionales a aquellos que las instituciones de educación ya poseen.
La educación rural debe enseñar aquello que sus «clientes» necesitan aprender
A pesar de todo lo descrito en el párrafo anterior, el mencionado sistema sigue ignorando los daños que la mala calidad de la educación está produciendo en el desempeño de la agricultura y de los agricultores; y está subestimando la necesidad de realizar una urgente transformación curricular y pedagógica. Las referidas instituciones educativas siguen actuando como si no tuviesen nada que ver con los daños que la inadecuada educación está produciendo en la vida de los habitantes rurales, como por ejemplo: la bajísima productividad de la mano de obra, la falta de rentabilidad en la agricultura, el desempleo y subempleo, la pobreza y el éxodo rural.
Cuando son requeridos a promover los cambios necesarios, los educadores suelen afirmar que no pueden corregir las ineficiencias y debilidades de ellos mismos y de sus respectivas instituciones, porque faltan decisiones políticas, aportes presupuestarios adicionales, mejores instalaciones, computadoras con acceso a Internet, mejores sueldos, etc.
Sin embargo, al analizar tales justificaciones, con objetividad y sin “emocionalismos”, es fácil darse cuenta que la falta de esas ayudas externas, no necesariamente está impidiendo que ellos mismos corrijan y mejoren gran parte de lo que puede ser corregido y mejorado sin recibir apoyos adicionales.
En América Latina tenemos muchos ejemplos en los cuales los gobiernos han incrementado las asignaciones presupuestarias y mejorado los sueldos de los educadores pero la calidad de la educación sencillamente no ha mejorado. Desafortunadamente el no atendimiento a tales reivindicaciones suele ser utilizado por los sindicatos de profesores–siempre muy politizados e «ideologizados»– como excusa para ocultar su falta de voluntad y/o de capacidad para corregir y mejorar aquello que, puede ser corregido y mejorado, aún sin recibir ayudas externas.
¿Dónde debe empezar esta educación emancipadora?
En primer lugar debe empezar por quienes están sufriendo y pagando las consecuencias de las «disfuncionalidades» e inadecuaciones del sistema de educación rural. Si los propios agricultores (y los demás integrantes de las cadenas agroalimentarias que también están siendo afectados por la baja calidad educativa) no se organizan para exigir y presionar en pro de una educación acorde a sus necesidades, sencillamente sus demandas seguirán siendo ignoradas.
Sin embargo, si los referidos demandantes elaboran una sólida fundamentación de sus exigencias y reivindican medidas que realmente están al alcance del sistema educativo, éste no tendrá argumentos ni motivos para dejar de atenderlas. Las protestas que históricamente los agricultores han hecho frente a los bancos de crédito rural, a partir de ahora deberán hacerlas frente a las instituciones de educación agrícola, formal y no formal. Tales protestas deberán perdurar hasta que:
1) los directores y profesores de las facultades de pedagogía reconozcan que gran parte de la mala calidad educativa de las escuelas fundamentales rurales, y también de las urbanas, se debe a la inadecuada formación de los maestros que de ellas egresan.
2) los directores y profesores de las facultades de ciencias agrarias y de las escuelas agrotécnicas reconozcan que la principal causa del desempleo de sus egresados y del modesto impacto de cambio de los servicios de extensión rural es la inadecuada y teórica formación de los profesionales y técnicos que ellas están formando.
3) los directores y profesores de las escuelas fundamentales rurales reconozcan que gran parte de la “repitencia” y de la deserción escolar y también del subdesarrollo imperante en las zonas rurales se deben a la descontextualización e irrelevancia de muchos de sus contenidos curriculares.
4) los directores y extensionistas de los servicios estatales de extensión rural reconozcan que gran parte de la falta de rentabilidad en la agricultura y de la pobreza rural se debe a que dichos servicios – por debilidades técnicas, inadecuaciones metodológicas y “rigideces” burocráticas – no están siendo capaces de difundir, rápida y masivamente, tecnologías de fácil adopción y de bajo costo, con el propósito de que los propios agricultores puedan solucionar sus problemas, sin necesidad de ayudas paternalistas.
Sin embargo, tener la actitud de reconocer esa «mea culpa» no es suficiente; los educadores deben reconocer y actuar en el sentido de corregir y/o eliminar aquellas muchas distorsiones que están a su alcance hacerlo. En resumen, los directores, los profesores y los extensionistas deben abandonar la cómoda actitud de quejarse, de presentar justificaciones poco consistentes, de echar la culpa a los demás y de seguir esperando que los demás resuelvan los principales problemas de la educación rural; porque muchos de esos problemas son generados dentro de las unidades educativas y consecuentemente deberán ser solucionados dentro de estas por los propios educadores, y no necesariamente por agentes externos a ellas.
Las medidas que los propios educadores podrían adoptar para corregir las inadecuaciones y distorsiones del sistema de educación rural están identificadas y descritas en los textos alojados en la sección «Artículos» de la página Web:
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