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Mientras la Corte pasará a la historia por ser la única institución con credibilidad del país, Uribe saldrá como el Presidente que quiso perpetuarse en el poder en contra de todos los llamados. Esa es la conclusión general que me queda luego de la decisión de la Corte Constitucional sobre declarar inexequible al referendo para un nuevo mandato presidencial.

Y por supuesto, también pasarán a la historia el Procurador General, Alejandro Ordoñez, por su enorme irresponsabilidad al pretender hacerle creer a los colombianos que habían unos «poquitos» vicios en el proceso del referendo. Mejor dicho, no hubo Procurador en Colombia para el tema del referendo. Y peor aún el Congreso, que pasará a la historia como el «circo» que aprobó una propuesta tan llena de irregularidades. Lo mínimo que se puede esperar es que a los «padres de la patria» que aprobaron dicho proyecto los investiguen y en caso de encontrarlos culpables que los juzguen con todo el peso de la justicia por atentar contra el bienestar de los colombianos.

Debo reconocer que sin ser opositor del Gobierno y por el contrario considerarme un respetuoso del oficialismo, sí debo manifestar mi admiración total por una decisión de una Corte que demostró ser independiente, incomprable y garante de la Constitución de 1991. Constitución que con este referendo pretendía destruirse totalmente.

Colombia demostró que es un Estado de Derecho y no un absurdo Estado de Opinión como querían hacerlo parecer aquellos que engañan con títulos pero sin ideas ni propuestas. Demostró que no es un Venezuela donde los presidentes pueden perpetuarse en el poder para siempre, donde las instituciones son de uno solo y para el interés de unos pocos. Se demostró que es un país serio que sabe decirle no a aquello que es ilegal.

Al Presidente Álvaro Uribe hay que reconocerle y exaltarle cantidades de cosas. Recuperó la confianza en el país, posicionó a Colombia en el escenario internacional de una manera positiva, doblegó a una guerrilla que representa un cancer para el país (sobretodo para los más pobres a quienes dice defender ese grupo terrorista), consolidó un pie de fuerza importante para el país, implementó programas masivos de desmovilización de guerrilleros y permitió que los colombianos pudieramos ir a sitios recónditos a los que era inimaginable llegar. Hay que ser honestos, pasará a la historia como uno de los mejores presidentes. Sin embargo, también hay que recordarle que nos deja una de las tasas de desempleo más altas del continente y una de las infraestructuras sociales más precarias del mundo. Un fracasado programa de Agro Ingreso Seguro, un enorme problema de seguridad en las ciudades por cuenta del fallído proceso de paz con las autodefensas, unos disparados niveles de corrupción en las instituciones y un TLC que nunca se aprobó.

Estoy seguro que muchos colombianos que respetamos y admiramos muchas de las cualidades del mandatario y que además agradecemos estos ocho años de «entrega», rechazamos este tiempo perdido en la incertidumbre en la que no supimos si realmente había Presidente o Candidato. Se perdió tiempo sagrado para conocer las «propuestas» de los candidatos presidenciales. Ahora, en una campaña récord habrá que decidir qué hacer para definir el nuevo rumbo del país.

Sin duda, será una campaña interesante y sin precedentes, pero no tan importante como la decisión de la Corte Constitucional que puso muy en alto la bandera del institucionalismo y la democracia. Evidencia de ello fueron los aplausos que interrumpieron al tolimense presidente de la Corte, Mauricio Gonzalez Cuervo, cuando en la lectura oficial del comunicado de prensa anunció la declaratoria de inexequibilidad del referendo. Terminó la era Uribe y que inicie aquella que más le convenga al país. Decidan ustedes.

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