El llamado de la cuarta revolución industrial (4RI) ha generado transformaciones no solo tecnológicas, sino sociales, económicas, políticas y hasta legales, toda vez que el tema viene fusionándose como un componente ineludible dentro del escenario económico mundial; en efecto, países como Colombia en su actuar como Estado Social de Derecho no podía rezagarse ante la vanguardia de una tendencia que se promulga como estrategia y con ansiedad se quiere permear a todas las regiones del territorio. Por ello, la iniciativa gubernamental de incluirla como un mecanismo que promueve valor socioeconómico en armonía con las TIC se concentra en la política nacional para la transformación digital e inteligencia artificial que busca, entre otros, favorecer el bienestar de los ciudadanos, aprovechar las oportunidades y enfrentar los retos de la Cuarta Revolución Industrial (4RI).
El escenario, atrayente sin duda, genera perplejidad y a pesar de que los avances en investigación en relación con tres (3) elementos conceptuales, a saber: Economía digital, Industria 4.0 e Inteligencia artificial, los cuales contienen diferentes alternativas y posturas en relación con su gradual implementación, sus beneficios y con el llamado de atención ante los posibles efectos e impactos en la sociedad, surge un interrogante inquietante: ¿Cómo poner en marcha acciones de revolución industrial, cuando aún quedan aspectos importantes por resolver y que no se reducen a la cobertura de un internet o a tener un computador para poder acceder a las diferentes alternativas que ofrece la 4RI?
Un foco de atención es la Economía Digital que, según Asian Development Bank (2018), se define como: Una amplia gama de actividades económicas que utilizan información y conocimiento digitalizados como factores clave de producción; en este contexto, las tecnologías digitales se utilizan para recopilar, almacenar, analizar y compartir información digitalmente y transformar las interacciones sociales. La economía digital también impregna todos los aspectos de la sociedad, influyendo en la forma en que las personas interactúan y provocando amplios cambios sociológicos. El concepto induce, de manera directa, a considerar un escenario que transforma la forma de hacer negocios o que facilita las relaciones entre productores y consumidores, pero ¿De qué forma esta transformación y facilidad puede afectar las diferentes estructuras organizacionales que tanto se han destacado en el escenario económico y administrativo? y ¿Cómo dicha transformación y facilidad pretende, en palabras de Bourdieu, armonizarse con las «estructuras estructurantes estructuradas», si aún existen conjuntos de sociedades que no perciben la economía digital desde una perspectiva tan racional como la nuestra?
Con esos interrogantes, siguen vigentes las reflexiones en torno a la Economía Ética, entendida como aquella forma de promover trasformaciones sociales desde los diferentes escenarios de decisión económica, consideran aspectos multidisciplinares que permiten articulaciones sistemáticas y, a su vez, demandan coexistencias entre posturas e ideologías en relación con la necesidad de preservar la doctrina del bien común, en un contexto donde se pretende humanizar la economía y buscar alternativas al sistema tradicionalista que enfrenta el dilema individual y colectivo. En este sentido, el análisis de la ecuanimidad política y ética de la ciencia económica ha sido debatido por la sociología de la ciencia, al abordar los problemas que trascienden el discurso justificado de la misma y de los referentes que se convocan con ella. Esta invención con relación a la objetividad está fundamentada en los procesos experimentales y observacionales de la ciencia y de sus aportes prácticos para solucionar problemas, configurando elementos teórico–conceptuales donde se sustenta la imposición de la política económica [o pública]; de allí su influencia y ambigüedad en los contextos donde se enseña y en los contextos donde se implemente, respectivamente.
Un escenario para compartir y construir conocimiento en relación con la 4RI y los componentes mencionados será el IX Congreso Internacional de Economía Ética que celebra la Facultad de Economía en 2021, el cual pone en discusión los cuestionamientos mencionados y muchos más a la luz de las percepciones leales y cismáticas desde un pensamiento económico para el siglo XXI; sin embargo, el centro de atención seguirán siendo los actores, las personas, el ser humano, el bien común; por ello e incluyendo el espectro societal colombiano y, por qué no, del mundo, invito a considerar la propuesta de Bourdieu de analizar los diferentes componentes de la 4RI en el marco apacible del concepto del “habitus” que, si bien su explicación se construye a partir de la relación de lo objetivo y lo subjetivo, comprende de manera relacional las interacciones sociales frente al concepto de la economía digital. La cuestión será ¿cómo abordar o entender la construcción del habitus (como suma de esquemas interiorizados que contribuyen a la construcción de pensamientos, percepciones y acciones características de una cultura determinada)? y ¿cómo la economía digital pretende interactuar o imponerse dentro de esos “habitus”? De esta forma, nuevamente se alude a las proposiciones de Bourdieu (1980):
(…) Y con ello volvemos, una vez más, a la necesidad de no aislar las estructuras de los agentes: si las instituciones sociales funcionan es porque hay agentes socialmente producidos -con los habitus necesarios- para que funcionen: con las competencias prácticas y los intereses concretos sin los cuales la institución sería algo muerto. (…) (el habitus) es aquello por lo que la institución encuentra su plena realización: la virtud de la incorporación, que explota la capacidad del cuerpo de tomarse en serio la magia performativa de lo social, es lo que hace que el rey, el banquero, el cura sean la monarquía hereditaria, el capitalismo financiero o la Iglesia hechos hombre. La propiedad se apropia de su propietario, encarnándose bajo la forma de una estructura generadora de prácticas perfectamente conformes a su lógica y a sus exigencias. (p. 96)
Lo que nuevamente pondrá en discusión a la economía ética en relación con el bien común y el sentido humano de las actividades económicas digitales.
Por: Alexander Sellamén Garzón – Director Académico Maestrías
Facultad de Economía – Bogotá – Universidad Santo Tomás
Referencias
ASIAN DEVELOPMENT BANK. (2018). Comprensión de la economía digital: ¿qué es y cómo puede transformar Asia? Disponible en: https://www.adb.org/news/events/understanding-digital-economy-what-it-and-howcan-it-transform-asia
BOURDIEU, P. (1980). El Sentido Práctico, Minuit, Paris. (trad. esp. en ed. Taurus, 1992)