El acceso desigual a los alimentos y el mal aprovechamiento de los mismos, está generando como lo menciona la ONU (2020) que al menos unos 800 millones de personas padezcan hambre, pero ¿será posible llegar al hambre cero para el 2030? ¿Cómo podremos contribuir para alcanzar el objetivo? En lo que respecta a los ODS para el año 2030 “llegar al hambre cero” corresponde al segundo objetivo, cuyo fin es lograr la seguridad alimentaria, brindar una nutrición de calidad y promover la agricultura sostenible. Es por esto, que desde acciones personales como el buen aprovechamiento de los alimentos, se puede contribuir para llegar a la meta del segundo objetivo de desarrollo sostenible.
Desde la disciplina económica se han realizado análisis donde se exploran cómo los incentivos y costos afectan las decisiones de producción, distribución y consumo, específicamente, las investigaciones las han realizado economistas agrícolas como Timothy Richards y Jayson Lusk. Estos economistas articulan sus ideas en la misma línea y gracias a esto se puede señalar que las afectaciones de dicho tipo fomentan el aumento del desperdicio, el mismo que es causado por la elección de desechar alimentos que aún tienen valor nutricional y que pueden ser consumidos.
Retomando la idea anterior, se deben identificar otros factores o causas del mal aprovechamiento de alimentos, dentro de ellos están los estándares estéticos, las cadenas de suministro ineficientes y la falta de infraestructura para el almacenamiento, en fin, cualquiera de estos factores puede llegar a agravar las pérdidas de alimentos, desde la producción agrícola hasta el consumo final.
Es preocupante la magnitud del desperdicio de alimentos a nivel global porque tal y como la FAO logró calcularlo, aproximadamente un tercio de las partes comestibles de los alimentos producidos para el consumo humano se pierde o desperdicia, lo que representa alrededor de 1 300 millones de toneladas al año.” (FAO, 2013)
En lo que respecta al caso colombiano, como lo señala el DNP(2017), los alimentos que más se desperdician son frutas y verduras con el 62 %, raíces y tubérculos con un 25%, y por etapa de la cadena alimentaria, la producción agrícola ocupa el primer lugar en la pérdida de alimentos, con un 40,5 %; distribución y retail, 20,6 %; postcosecha y almacenamiento, 19,8 %; consumo, 15,6 %, y el procesamiento industrial con el 3,5 %. Así las cosas, las cifras anteriores dejan en evidencia que no solo hay daños en materia social, sino que a su vez, el medio ambiente se esta degradando por el aumento de la huella hídrica y de carbono, mismas que se correlacionan directactamente al cambio climático, y el ineficaz manejo de los recursos naturales.
El panorama del desperdicio no es el único con cifras alarmantes en Colombia, por ello, hay que preguntarse ¿Qué pasa con la alimentación en los hogares colombianos? En respuesta a esto, la encuesta pulso social, realizada por el DANE (primer trimestre del año 2023), permitió identificar que en las 23 ciudades capitales que fueron encuestadas al menos el 1% de los hogares solo realiza una comida durante el día; así mismo, el 26,5% de los hogares realiza dos comidas y el 72,4% tres comidas. Cabe resaltar, qué existe una inconsistencia en cuanto a la cifra para hogares que no consume ningún alimento ya que aparece en 0% , ello es poco realista, ya qué hay varios informes que arrojan cifras sobre hogares que padecen de hambre extrema a lo largo del territorio colombiano.
Para atender la seguridad alimentaria del país , la ley 1990 de 2019 permitiría “crear la política contra la pérdida y el desperdicio de alimentos, estableciendo medidas para reducir estos fenómenos, contribuyendo al desarrollo sostenible desde la inclusión social, la sostenibilidad ambiental y el desarrollo económico, promoviendo una vida digna para todos los habitantes.” (art.1°). Por esta razón, como señala el director del Observatorio Hambre Cero de la Facultad de Economía de la Universidad Externado de Colombia, se han generado expectativas positivas, alentando la creación de política para tratar activamente la reducción de desperdicio y perdida de alimentos.
En todo caso, desde nuestros hogares podemos contribuir para alcanzar la meta de “hambre cero” en el año 2030. Ahora bien, ¿ Cómo hacerlo? Bueno, pues es más sencillo de lo que pensamos, solo hay que hacer cambios en nuestro diario vivir, por ejemplo, mejorando hábitos de consumo donde solo compremos lo necesario; también, educándonos sobre el buen almacenamiento de alimentos; y en adición, podríamos apoyar mercados locales y agricultores de la región; pero, lo mas importante, es aprender a aprovechar los alimentos y mitigar el desperdicio de los mismos.
Karen Tatiana Coy Sánchez
Estudiante de Economía
Facultad de Economía- Universidad Santo Tomás