Según los datos proporcionados por la Federación Nacional de Avicultores-Fenavi, el consumo de pollo en Colombia es significativo, llegando a un promedio de 36 kilos por persona al año; los registros más recientes de Fenavi indican que en 2022, el consumo de pollo por persona aumentó en 1.2 kilos en comparación con el año anterior (Salazar, 2023). Cabe recordar que este tipo de proteína es muy popular en el país y el producto con mayor compra por parte de las familias colombianas frente a las comidas rápidas, al igual que se estima que su consumo puede ser de 10 a 15 días
Es por ello que el Diario La República ha tomado como indicador el consumo frecuente de pollo asado (IPA), en siete principales ciudades del país, Popayán, Medellín, Cartagena, Bogotá, Villavicencio, Cúcuta y Cali, el cual se calcula por medio de un sondeo a tres cadenas de asaderos en cada una de estas ciudades y con ello obtener un precio promedio del pollo asado sin acompañamiento, para evidenciar así el ingreso económico de las familias por región y a nivel nacional. Es conveniente resaltar que este índice no es indicador del sector avícola, es una aproximación al costo de vida y alimentación de los hogares en diferentes ciudades y estratos socioeconómicos.
Dicho lo anterior, la mayoría de las familias colombianas incluyen dos veces a la semana el consumo de pollo en diferente cocción, pero consumen pollo asado al menos una vez al mes. Para el mes de julio del presente año, el precio promedio fue de $37.124 pesos, dejando a Medellín en primer lugar; en Bogotá dicho plato no tuvo una variación alta en comparación con el mes anterior, toda vez que se evidenció una baja del 4.8%, con un precio promedio de $37.100 pesos (Trujillo, 2023). Dicho suceso puede estar relacionado a promociones por parte de los asaderos, entre otras causas.
Ahora bien, algunas causas del alza del precio del pollo según el presidente de Fenavi Gonzalo Moreno, son el precio de los hidrocarburos el cual impacta al mercado de granos, ya que habrá más incentivos para destinar el maíz a la fabricación de etanol, y el mercado de granos tiende a comercializarse cerca de su costo de producción, por lo que el comportamiento de los fertilizantes también podrá impactar.
Del mismo modo, se ha evidenciado un crecimiento de 2,5% en el mes de junio de 2023 en comparación con 2022, según las estimaciones del Índice de Precios al Consumidor (Salazar, 2023), haciendo que los interesados en invertir en el sector comercial desistan de hacerlo. De igual forma, en el periodo de abril a julio anualmente, es común que las familias consuman más pollo asado que en el resto del año, puesto que en estas celebraciones está el día de la madre y del padre, además se celebran las fiestas de San Pedro y San Pablo, en algunas regiones del país.
En la actualidad su consumo sigue siendo muy frecuente el fin de semana, puesto que los restaurantes tienen diversos menús que acompañan el pollo asado; de hecho, en Bogotá durante los años setenta los asaderos de pollo tuvieron un gran auge y un crecimiento significativo en la apertura de estos negocios (Hernández, 2023). Debido a la demanda de alimentos rápidos y económicos, desde entonces se han extendido por todo el país, al igual que se tornaron populares en los barrios de estrato socioeconómico medio, lo que llevó a una masificación del consumo de dicho producto.
En celebraciones importantes los colombianos pueden variar de menú, pero el plato que tienen en común dichas familias, es el pollo asado el cual, se podría decir que se ha convertido en un legado cultural, al igual que en un bien de lujo en aquellas temporadas con alzas en los precios, brindando interacción y emocionalidad, para con ello generar un alto nivel de bienestar en dicho momento.
Tal vez se pensaría que en algún momento se puede llegar a no poder consumir pollo, gracias a su alta demanda en el consumo se podría tener una carencia de este, llevando a las personas a una escasez de esta proteína a razón de que es un bien dependiente significativo en la dieta de muchas familias y quizás hacer que se orienten por otras fuentes de proteína, para poder disminuir sus ingresos.
Estefania Perez Sua
Estudiante de Economía
Facultad de Economía- Universidad Santo Tomás