En el año 2008 se desató una de las peores crisis económicas desde la gran depresión de 1930, una crisis financiera y de solvencia cuyos culpables sin duda ni atenuantes fueron los bancos, especialmente los de Estados Unidos, como es sabido algunos de ellos otrora símbolos del “capitalismo salvaje” quebraron, otros fueron absorbidos, otros, como en toda crisis, aprovecharon y se hicieron más poderosos y otros fueron salvados por el Gobierno. En fin, que la solución, originalmente republicana, fue un plan de salvamento de cerca de 900 mil millones de dólares.
La crisis de la zona euro es también de solvencia y esta vez no son los bancos lo culpables, de hecho son las víctimas, los culpables son los gobiernos (en especial de Grecia, Irlanda y Portugal) quienes se endeudaron más de lo que podían pagar, precisamente con los bancos europeos, ahora deben pedir paquetes de rescate al FMI y a la Unión Europea, reestructurar su deuda, afrontar doloroso planes de ajuste fiscal y, claro está, pagan los contribuyentes con más impuestos, menos salarios, mayor edad para el retiro y las consecuencias más aterradoras son mercados financieros débiles, alta tasa desempleo, inversión anémica y finalmente la violenta contracción de la producción interna bruta.
En consecuencia la situación que vive el mundo desarrollado actualmente no es necesariamente la repetición de un circulo viciosos (e interminable) de espasmos financieros. Es verdad que recientemente hemos sido testigos de violentos sacudones de los mercados, lo que se pierde en una semana se gana a la siguiente solo para que, tras un anuncio de las autoridades europeas o norteamericanas, se vuelva a perder lo ganado, ahuyentando el optimismo de consumidores e inversionista, pero la génesis de ambas crisis es bien diferente, de modo que repetir la solución de 2008 es improcedente e inocuo al día de hoy.
La solución hoy estará sin duda en la voluntad de los gobierno europeos de salvar a los gobiernos y economías más débiles, está en la férrea decisión de Europa y Estados Unidos de impulsar el crecimiento económico aprobando las reformas fiscales necesarias y coordinando el trabajo con el Banco Central Europeo y la Reserva federal; pero también creo que podríamos esperar una solución parida de las entrañas del mercado, los activos estarán tan baratos (acciones e inmuebles) las tasas de interés tan bajas que los inversionistas y banqueros, hoy un poco más regulados, no dudaran en salir de compras y animar la fiesta.
La mayoría de los académicos nos preguntamos pues si las crisis de 2008 y de 2011 están relacionadas. Probablemente en la forma, pero no en el fondo. Pues como vimos ambas tuvieron sin lugar a duda orígenes sustancialmente diferentes, pero tienen en común en que en agosto de 2008 Lehman Brothers colapsó, un hecho histórico e impensable, en tanto que en agosto de 2011 Standar & Poors rebajó la calificación de la deuda norteamericana, otro hecho histórico e impensable; no obstante en lo que más se parecen es que en ambos casos son los ciudadanos del común quienes pagarán finalmente las consecuencias.