No hace muchos meses las noticias sobre el incremento en la cantidad (y velocidad) de los divorcios fue noticia de primer orden. Muchas de las explicaciones a la ascendente tasa de divorcios van desde la inmadurez de pareja, pasando por la poca habilidad para resolver problemas como la infidelidad, hasta, ingenuamente, culpar al Decreto 4436 de 2005 que reglamenta la separación expedita ante notario.
Estas razones a primera vista parecen plausibles e incluso probables, pero quizá la raíz del asunto se encuentre el carácter contractual del matrimonio (o la unión de hecho) y más importante aún, en un hecho que hace 50 años cambiaria las relaciones entre las mujeres y el hombre, en particular, y el mundo, en general: el advenimiento de la pastilla anticonceptiva
Sobre de la decisión de casarse, podemos decir que, en efecto, esta implica la elección de la pareja y la ¨negociación¨ de unos términos y condiciones. En el ¨mercado matrimonial¨ la mayoría de las parejas toman la decisión de unirse racionalmente, teniendo en cuenta tanto los costos como los beneficios (éstos no tienen por qué ser monetarios), incluso la mayoría de las personas buscan parejas similares (puede o no coincidir con su alma gemela) pues, además del «amor», un proyecto o acuerdo económico estable y sólido es más fácil de alcanzar entre pares. En este sentido, la elección de divorciarse (y la de casarse) se parece mucho a una negociación
Para nadie es un secreto que hoy las mujeres han mejorado su posición de negociar tanto a la hora de casarse como de divorciarse y, de hecho, son más las mujeres que, de ser absolutamente necesario, no temen pedir, incluso exigir, el divorcio. Esto, naturalmente, está ligado al advenimiento de las pastillas anticonceptivas que permitió a las mujeres poder aplazar la unión marital y la maternidad, sin tener que renunciar a las felicidad (al gustico), les permitió tomarse más tiempo para ¨ensayar¨ diferentes partidos sin los peligros del embarazo no deseado y, lo más importante, les permitió, les dio la libertad, de prepararse intelectualmente para acceder al mercado laboral y ser económicamente independiente, todo esto en conjunto les otorgo el poder (y el coraje) de renunciar a matrimonios o relaciones disfuncionales.
En resumen, las criticadas y subestimadas pastillas anticonceptivas, han hecho más por los derechos tanto sociales como privados de las mujeres que las feministas a ultranza y las iniciativas públicas conducentes a la equidad de género. En últimas ha sido la pastilla anticonceptiva una de las grandes promotoras de la liberación femenina.