De acuerdo con las más recientes cifras del DANE, la producción industria colombiana decreció en 3.4% en lo corrido de 2013. Esto, sin embargo, no sería preocupante sino fuera porque hace parte ya de una tendencia apreciable en los últimos 30 años, periodo en el que es innegable que la industria ha sufrido una contracción sostenida. Al respecto las cifras son elocuentes: la razón Valor Agregado PIB ha venido decreciendo, hace tres décadas era 0.24, hace dos era 0.15 y, según ANIF, tiende a estar cerca de 0.1. A esto debe añadírsele que hace 30 años aportaba el 25% de los puestos de trabajo, hace 20 años el 23% y hoy solo aporta el 13%.
Si nos atenemos a las cifras anteriores, algunas hipótesis quedan descartadas de plano, como por ejemplo que los tratados de libre comercio son responsables de la desindustrialización, o a la globalización. En esta misma vía debe descartarse la apreciación del tipo de cambio como sospechoso del fenómeno o, a juicio de algunos industriales, el precio poco competitivo de la energía eléctrica. Lo que si es cierto es que la percepción de desindustrialización se acentúa con las noticias recientes del cierre de plantas como la de Michelin o Bayer, y no parece que haya una respuesta clara aún sobre la persistente debilidad de la industria nacional.
Voy a llevar el análisis un poco más lejos y a plantear que, estrictamente hablando, el país no ha alcanzado una “era” industrial madura, como sí la lograron antes los países de Europa occidental más Rusia, Estados Unidos y más recientemente Corea del Sur o Brasil. En otras palabras, nació y creció débil y no llegará a la madurez si en lugar de promocionarla y fortalecerla, se sigue pensando que la minería es fuente sostenida de progreso. Adam Smith en la Riqueza de las Naciones (1776) expresó que “un gobierno en lo último que debe pensar es en la producción minera”.
Una de las causas de porque la industrialización en Colombia ha sido incipiente, es que ésta no ha estado ligada al desarrollo tecnológico. Una pequeña historia para ilustrar lo que digo: Frederick Terman, decano de ingeniería de la Universidad de Stanford en los años cincuenta, creó el parque industrial para que empresas privadas pudieran comercializar las ideas de sus estudiantes, muchas compañías –entre ellas HP y General Electric– se establecieron allí. El resto, por supuesto, es la historia de Silicon Valley.
En definitiva, el país no ha dado el paso adecuado en el desarrollo de una industria de alto contenido tecnológico y éste es un paso fundamental en el camino del desarrollo. Es importante notar que los países desarrollados han sido primero industrializados, de ahí que se caractericen por tener, además de una industria competitiva, universidades e instituciones líderes en el desarrollo de ciencia y tecnología –que se traducen en inventos y patentes– y por destinar parte importante de su PIB a la inversión en investigación y el desarrollo.
Repetimos algo que ya se ha dicho antes: la evidencia sugiere que el desempeño de otros sectores, como el de servicios (de todo tipo) está relacionado con la promoción, crecimiento y consolidación del sector industrial.
@jhbarrientos