Ni las crisis económicas y financieras globales, ni los problemas fundamentales no resueltos como la pobreza, la desigualdad o el desempleo, ni el desacierto en las predicciones sobre tipo de cambio, inflación o índices bursátiles, ni siquiera las predicciones erróneas y catastróficas sobre el capitalismo agazapadas en las páginas de El Capital de Marx, el economista, han podido quebrantar la fe de muchos gobernantes y de la sociedad en la economía, como profesión, ni en los economistas, como apóstoles consumados de la ciencia económica.
Así como la economía ha tomado prestadas muchas herramientas de la matemática y la física, la economía ha cedido su estructura analítica y científica, así como sus manual de herramientas, a otras disciplinas de las ciencias sociales, como la Antropología, la Sicología, la Educación, y no sería exagerado decir que en ésta última área la economía ha sido más importante que la propia Educación para dar luces sobre los problemas de calidad del sistema educativo. La Sociología ha también tomado prestadas técnicas de la economía y es de anotar que los sociólogos modernos se parecen cada vez más a los economistas. Más aún, la búsqueda de explicaciones satisfactorias a fenómenos sociales y del comportamiento por parte de los economistas ha exigido a la Estadística y la Econometría el desarrollo de nuevas técnicas cuantitativas y de medición.
Las herramientas de la economía y su estructura analítica, lo han invadido casi todo y parece ser que los tecnócratas, en general, y los economistas, en particular, se han vuelto indispensables en muchos aspectos de la administración pública en campos que antes era impensable. Eso se hizo evidente en Uribe I, aunque olvidados y relegados por Uribe II, pero que Santos I parece empeñado en rescatar. Basta ver los recientes nombramientos del Presidente electo para intuir porque los economistas tienen, y tendrán, mucho que hacer y decir en éste Gobierno.
En el Ministerio de Hacienda está Juan Carlos Echeverry, en Protección Social acaba de nombrar a Mauricio Santamaria, en la cartera de Agricultura nombró a Juan Camilo Restrepo, damos por hecho que tanto en la dirección como subdirección de Planeación Nacional deberían estar economistas capaces e ingeniosos, podrían ser Alejandro Gaviria o Catalina Crane o Andrés Escobar, actual subdirector, tiene bastante de donde escoger el electo Presidente. Si se da la esperada escisión de Protección Social en Salud y Trabajo, desde el punto de vista académico cabe esperar que en esta última cartera sea un economista que conozca del mercado laboral, en la teoría y en la práctica, se me ocurre Hugo López.
Sin ser demasiado pretenciosos, pero si realistas, los economistas podrían también sin problemas, y sin con éxito, ocupar las carteras de Transporte, ya estuvo antes Mauricio Cárdenas, o la de Educación, está terminando Cecilia Maria Vélez, que es economista y bien pudo ser ratificada habida cuenta de su excelente labor, pero supongo que ocho años de trabajar, trabajar y trabajar, cansan y mucho. Los economistas pues están de moda, y no creo que sea pasajero, pues los economistas son los tecnócratas por excelencia, aunque a veces se equivoquen.