Por fin se oficializo la tan esperada y anhelada fusión entre UNE, la filial de telecomunicaciones de e.p.m, y Millicom, la multinacional dueña del 50% de Tigo. El camino de la fusión no fue fácil, convencer a los escépticos, demagogos y políticos fue una tarea difícil y se corrió el riesgo de que la propuesta no fuera aprobada por temores infundados, desconocimiento o criterios políticos. La mayoría de los debates sobre la fusión tuvo gran altura técnica, académica, jurídica y económica, proporcional a la responsabilidad de la decisión que se tomó, pero en algunos otros casos estuvo empañada por la demagogia y el desconocimiento del mercado de telecomunicaciones.
Es importante reconocer que hoy en materia de telecomunicaciones la palabra clave –y la tendencia en todo el mundo– es “convergencia”, es decir, que todos los servicios y modalidades de comunicación estén sobre redes unificadas, lo que nos lleva a la estrategia de empaquetar servicios, cuestión fundamental en telecomunicaciones para proveerlos eficientemente. UNE hasta hoy tiene empaquetados los servicios que presta (Telefonía fija, T.V. e Internet), pero en su portafolio falta el servicio de telefonía móvil, pero eso será otra realidad con la fusión, y estará desde luego en condiciones competitivas de ofrecerlo.
El empaquetamiento de todos los servicios permite varias cosas. Primero, disminuir el porcentaje de suscriptores que cancelan su contrato, pues es más difícil dejar el servicio. UNE a partir de ahora podrá ofrecer telefonía móvil es su portafolio de modo que, por ejemplo, los clientes ya no piensen en emigrar a Claro (que ofrece los 4 servicios, un cliente que migrara difícilmente UNE lo recuperaba). Segundo, un mismo cliente usa más servicios de modo que se incrementa el beneficio medio de la compañía a menores costos. Tercero hay menores gastos de capital y operacionales, así como de marketing. La evidencia sugiere que los costes de red integrando las operaciones de fijo y móvil (voz y datos) son menores que ofrecer solo uno o dos de los servicios.
Los datos de los años recientes dicen que UNE pese a haber hecho un gran esfuerzo en inversiones, los resultados no han sido los mejores y no le está aportando al grupo e.p.m los beneficios esperados, lo que si puede constituirse en una pérdida de patrimonio público. En el año 2012 el margen operacional y la rentabilidad –tanto del patrimonio como de los activos– fueron negativos. En 2013 la tendencia cambió, pero las altas inversiones de capital ha llevado a la compañía a un alto endeudamiento y nada hacía pensar que el panorama cambiara en el mediano plazo si UNE continuaba operando aislada, sin un socio estratégico, como lo venía haciendo hasta hoy.
La alternativa de UNE era la fusión, todo el mundo así lo creía (pero había que poner el proyecto en riesgo para dar la sensación a la gente de que algo se estaba haciendo por la defensa de lo público, aunque era una defensa espuria). Las complementariedades entre UNE y Tigo son innegables: Tigo necesita las redes fijas de UNE para la transmisión de datos, UNE necesita el espectro que tiene Tigo para telefonía móvil (bueno a la nueva compañía le tocara devolver o alquilar espectro que le sobra).
Al final del día la realidad financiera es la que se impone, y lo que cuenta es que UNE genere tanto beneficios económicos a su dueño, como beneficios sociales a la comunidad, beneficios que ya se están viendo, pues 1.4 billones de pesos se producen para los accionistas de UNE que pueden ser usado en proyectos de ciudad.
Lo que parece claro es que la compañía fusionada, con operaciones integradas puede optimizar los recursos y la infraestructura, a la vez que seguramente ampliará la base de suscriptores al mínimo costo. En hora buena, la fusión era la opción más factible para que e.p.m pueda aprovechar las sinergías y economías de escala y seguir participando en el lucrativo negocio de las telecomunicaciones, algo que las futuras generaciones de antiqueños con seguridad lo agradecerán.
@jhbarrientos