Un viaje épico a la conectividad. Claro Colombia unió a Leticia con Colombia a través de un tendido de fibra óptica de 5.244 km que pasa por cuatro países.
El tendido de fibra óptica entre Bogotá y Leticia abarca 4 países y tiene una extensión de 5.244 kilómetros (Fuente Claro).
Dicen que la jungla lo devora todo. Que sus secretos son trampas mortales y sus senderos, laberintos sin salida. Un océano de vegetación que ahoga todo intento de avance. Quien se atreva a desafiarla se enfrentará a sus caprichos más crueles y a sus misterios más profundos. Tal vez por ello, la tecnología casi siempre llega tarde. O nunca llega.
Sin embargo, más allá de los desafíos, hay visionarios que se aventuran a conectar grandes centros urbanos con poblaciones en medio de la maraña. Es en esta travesía donde Claro Colombia desafió la implacable naturaleza para llevar conectividad por fibra óptica desde Bogotá hasta Leticia, en mismísimo corazón de la selva amazónica.
Para lograrlo, interconectó un tramo de la red dorsal terrestre de América Móvil que comunica a Bogotá con Lima con la fibra óptica de Claro Perú que llega a Iquitos. De allí, lanzó un tendido de cable hasta Leticia.
«Tuvimos que sortear una serie de desafíos técnicos y logísticos sin precedentes», recuerda Hugo Salazar, director de tecnología, de Claro Colombia, quien —junto con varios técnicos— recorrió una a una las torres de energía que llevaban la conectividad entre Yurimaguas e Iquitos. Lo hicieron en carro, en mototaxi y a pie, “hasta llegar a la última torre”, dice.
Embarcaciones utilizadas para el tendido y anclaje de la red de fibra óptica por el río Amazonas (Foto Claro).
Una vez allí, los equipos de Claro Colombia se dieron a la tarea de aterrizar la fibra óptica justo en la orilla del río Amazonas para internarla de manera subfluvial y llevarla hasta Tabatinga, Brasil, a través de lanchas.
FIBRA SUBFLUVIAL
De lejos, la implementación de fibra óptica a nivel fluvial representa un desafío mayor que el tendido en el mar. Las fuertes corrientes cambiantes y la constante erosión del material son problemas continuos que hacen compleja la instalación y retrasan los trabajos.
“La inestabilidad del lecho y el lodo volvían el agua turbia, lo cual dificultaba la visibilidad de los buzos, que no veían más allá de 20 centímetros”, alude Salazar. “Trabajaron casi en la oscuridad, dependiendo únicamente del tacto. Es como si la selva misma conspirara para mantenernos alejados de su corazón”.
Se desplegaron 5.244 kilómetros de fibra óptica a través de cuatro países, como parte de una inversión de $42 mil millones que impulsó la mejora de los servicios móviles 4G. Según Rodrigo de Gusmao, presidente de Claro Colombia, este despliegue logró finalmente conectar los extremos del país con fibra óptica: San Andrés y Leticia.
Hugo Salazar, Rodrigo de Gusmao y Liliana Chacón, de Claro Colombia (Foto Claro).
De hecho, esta iniciativa no solo es un logro significativo para Claro sino para todo el país, que ahora cuenta con una espina dorsal de punta a punta —robusta y confiable— que eleva la capacidad de tráfico, aumenta la velocidad de navegación y permite ofrecer tarifas más competitivas, especialmente en conectividad móvil 4G, tan costosa en poblaciones remotas.
«El desafío no termina aquí», asegura Hugo Salazar. «Ahora que hemos establecido esta infraestructura vital, nuestro próximo objetivo es garantizar su mantenimiento y expansión para seguir ofreciendo servicios de calidad a las comunidades de la selva amazónica”.
En un mundo donde la conectividad es la moneda de cambio, escarbar la vorágine para sembrar cables y conectar poblaciones remotas, representa un compromiso firme por acortar las brechas digitales y geográficas. En este sentido, la iniciativa amazónica de Claro es un paso adelante hacia el desarrollo inclusivo y la construcción de sociedades más resilientes y prósperas.
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