Entre la cantidad de smartphones baratos que hay en el mercado, hay uno que saca pecho por estos días: el Moto G de Motorola, un simpático equipo que ha puesto en ridículo a los demás competidores con una estrategia tan simple como sorpresiva basada en un precio inferior a 200 dólares (desbloqueado y sin contratos) y tecnología que solo se encuentra en modelos de gama alta.

 

A primera vista no es nada del otro mundo; sin embargo, con el pasar de los días, descubrí que se trata de un terminal muy cool que contradice el viejo adagio de que ‘lo barato sale caro’ al ofrecer una experiencia de calidad para presupuestos ajustados. Cosa rara en un mercado donde el bolsillo del consumidor es erosionado por terminales costosos y poco eficientes.

 

Aunque es más grueso (11.6 milímetros) que su hermano mayor –el Moto X- y más pesado (143 gramos), produce una buena sensación de agarre debido al acabado mate de su tapa trasera, que viene curvada y encaja a presión sobre el chasis. En esta tapa aparece la cámara principal de 5 megapíxeles, un flash LED, la rejilla del parlante y el logotipo de Motorola.

 

Como cuesta poco, pensé que su pantalla vendría ‘pelada’; pero ¡sorpresa!, trae protección Corning Gorilla Glass 3 que previene contra raspones y aruñazos. Se trata de un panel multitáctil IPS de 4.5 pulgadas (1280 x 720) que se traducen en 326 píxeles por pulgada, una resolución idéntica a la Retina Display del iPhone 5S (cuya pantalla es de 4 pulgadas).

 

Luego de ajustar el brillo a ‘automático’, la pantalla me entregó negros profundos y una buena relación de contraste con tonalidades de color muy precisas aunque no tan vibrantes. Es un panel más que decente con un nivel de detalle y una luminosidad que está por encima de otros equipos del mismo segmento.

 

Anunciado en Noviembre del año pasado, está clasificado como el ‘teléfono a vencer’ por muchos fabricantes grandes que durante años han tratado con desprecio el mercado de equipos de nivel de entrada, donde el Moto G sorprendió por su simplicidad y altas especificaciones.

 

Su procesador de cuatro núcleos Snapdragon 400 brinda una velocidad de 1.2GHz, suficientes para ejecutar con razonable desempeño tareas comunes como tomar fotos, descargar y ejecutar apps, navegar la web y grabar videos. El almacenamiento interno inicia en 8GB y va hasta los 16GB, mientras que su memoria RAM es de 1GB. Recordemos que otros equipos de similar precio solo tienen 512MB de memoria RAM, lo que demerita la experiencia final al ralentizar las aplicaciones.

 

La vida de la batería (2.070 miliamperios) es realmente impresionante y está por encima de la de otros rivales más costosos incluyendo el Nokia Lumia 620 y el Samsung Galaxy S3. En las pruebas realizadas, una carga completa me aguantó para un día y medio de autonomía a pleno uso.

 

No soporta conectividad NFC ni viene listo para redes de cuarta generación (LTE). Tampoco trae ranura para memorias externas y en la caja no encontré audífonos. Son sacrificios que la marca ha tenido que realizar para demostrar que sí es posible fabricar un teléfono barato pero de calidad que le está poniendo ‘la pata encima’ a los demás equipos de su clase.

 

A pesar de que mi teléfono principal es un HTC One –un celular demasiado serio-  debo confesar que luego de usar alternadamente el Moto G durante un par de semanas uno termina acostumbrándose a lo divertido de su manejo.

 

En un mercado maltratado por smartphones absurdamente costosos y medianamente equipados, la presencia del Moto G resulta de lo más alentadora. Creo que Motorola dio un giro en la dirección correcta con cualidades llamativas y un diseño orientado a las grandes masas que de seguro dará sus frutos ahora que fue comprada por Lenovo, un fabricante asiático que ya tiene listos otros tres modelos Android (según lo anunció MóvilEgo) para incursionar en el mercado colombiano.