En su apuesta por llevar fibra óptica a los barrios más populares de Bogotá, Somos Internet demuestra que su enfoque va mucho más allá de un simple despliegue territorial.
A simple vista, puede parecer solo otra expansión territorial más: una firma antioqueña que llega a Bogotá con $3 millones de dólares bajo el brazo, dispuesta a instalar fibra óptica como si sembrara café en la sabana. Pero detrás de la movida de Somos Internet hay algo más grande.
Una estrategia que no solo apunta a conectar hogares, sino a redibujar el mapa de fibra en Colombia. Y lo están haciendo empezando por donde pocos quieren invertir: Suba, Engativá, Fontibón. Y en 2026, Kennedy y Bosa.
En el aterrizaje de Somos Internet en Bogotá no hay plata al azar: de la inversión que se están inyectando, la mitad va directo a fortalecer la nómina, para pasar de 60 a 400 empleados en un año; un 30% se invierte en activos fijos como fibra óptica y fierros, y el 20% restante cubre desde marketing y software hasta un pequeño colchón para imprevistos.
Todo esto con una lógica clara: “crecer rápido, pero con los aprendizajes y eficiencias ya consolidadas en Medellín”, me aseguró el CEO de Somos Internet, Forrest Heath.
Aquí la vaina va mucho más allá del billete: Somos Internet espera que cada cliente nuevo les devuelva lo invertido en menos de 12 meses. Eso implica un ritmo quirúrgico de adquisición y fidelización. Un juego de precisión que —si les sale— posiblemente cambiará la ecuación de rentabilidad para los ISP en Colombia.
RÁPIDO CRECIMIENTO
¿Y qué tan grande es el pedazo cachaco del pastel? Pues más de lo que parece. De los 65.000 usuarios que quieren tener a nivel nacional para fin de año, “10.000 deben provenir de Bogotá”, dice Heath. Es decir, un tercio.
Pero en fibra están creciendo todavía más rápido: de 100 km instalados en Bogotá durante 2024 crecerán a más de 600 km al final de este año.
Lo curioso es cómo eligen por dónde empezar: Van barrio por barrio —de Bachué a Capellanía; de Castilla a El Rincón— siguiendo una lista de espera pública en su web.
Si hay masa crítica registrada, ahí es donde tiran cable. Esa es su brújula: demanda directa. Y no es casual que estén priorizando zonas que combinan densidad poblacional, rezago digital y potencial de escalabilidad. Mejor dicho: fibra óptica para las masas.
EXPERIENCIA DEL USUARIO
El otro ángulo es la experiencia del usuario. Mientras el promedio del sector de telecomunicaciones en Colombiaen 2022 tuvo un NPS (Net Promoter Score) negativo de -12,9, “Somos se mueve en un +85”, según Heath. “El NPS de Somos como compañía aislada está por encima de cualquier otro sector en el país”.
Esto es un indicio de que algo están haciendo distinto. Algo que los usuarios notan y recomiendan. Especialmente porque no tienen cláusulas de permanencia y sus equipos nos están basados en bots.
La expansión de Somos en Bogotá va por familias que hacen malabares entre clases virtuales y reuniones por Zoom, usuarios que no quieren ver girando el círculo de carga en medio de una serie y personas que hoy dependen de una consulta médica a través de la pantalla: todos ellos están en la mira de esta movida.
La promesa es simple pero poderosa: velocidad constante, cero interrupciones y una conexión lo suficientemente robusta para echarse feliz al ritmo digital de esta vida.
EMPRESAS CONECTADAS
Y claro, esta expansión no va solo por hogares. Hay un interés fuerte en empresas tech, startups, freelancers, consultores y cualquier negocio que dependa de una conexión que no se caiga cuando más se necesita. Bogotá es la plaza donde ese tipo de cliente prolifera. Y Somos Internet quiere ser su columna vertebral.
Viéndolo más de cerca, Somos Internet no es solo un ISP más más instalando fibra. Es una operación bien craneada que mezcla velocidad de ejecución, análisis de datos en tiempo real y una estrategia de largo plazo para sacudir un mercado históricamente lento, burocrático y muy desconectado de sus usuarios.
Mientras otros ISPs siguen echando números desde una oficina en una torre corporativa, estos manes ya están cableando barrios enteros con el mapa en una mano y la lista de espera en la otra.
Y si les funciona en Bogotá, más de uno va a tener que empezar a mirar distinto esos puntos rojos del mapa donde antes nadie quería invertir. ¡Bienvenidos a Bogotá, Somos!
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