Es sorprendente que Google haya pagado $3.200 millones por Nest Labs, un pequeño fabricante de hardware para el hogar cuyo producto estrella es un termostato inteligente que aprende los hábitos del usuario y permite controlar la temperatura de la casa desde un smartphone.

 

Fundada por dos ex ejecutivos de Apple, Nest creó un producto loco que a nadie se le había ocurrido antes: el Nest Learning Thermostat (249 dólares), que además de ahorrar energía de forma automática, recuerda las temperaturas que le gustan al usuario y las programa según un patrón para ahorrar energía cuando la casa esté sola. Un producto de nicho que encaja en un área tan desconocida como promisoria para Google: la domótica.

 

Recuerdo cuando Google era sinónimo de búsqueda en la web. Era 1998 y una solitaria cajita de búsqueda ondeaba en el centro de la pantalla. Hoy, relacionar a Google con búsquedas no tiene sentido.

 

La compañía se ha transformado radicalmente hasta convertirse en un recopilador de contenidos y datos de toda índole que clasifica en mapas (Maps y Earth), videos (Youtube), fotografías (Picasa y Panoramio) y redes sociales (G+). También ofrece servicios de email (GMail), noticias (News), libros (Books), publicidad (Adsense y Adwords), mensajería instantánea (Hangouts) y hasta alojamiento de archivos en la nube (Drive).

 

Tiene además aplicaciones propias (Docs, Calendar y Chrome) y una tienda para venderlas (Play); también fabrica dispositivos móviles incluyendo al Nexus, las gafas Google y al Chromebook, y es además propietario de Motorola Mobility. Tiene inversiones en laboratorios de investigación en salud para detección temprana del autismo y análisis rápidos de ADN, y -por si esto fuera poco- es el principal desarrollador de Android, el sistema móvil más difundido en la actualidad.

 

Precisamente es Android la punta de lanza que Google utilizará para colarse en nuestra cocina acompañada de electrodomésticos con capacidad Wi-Fi que hablarán entre sí y tomarán decisiones propias. Aquí entra en escena el ‘Internet de las cosas’, un concepto donde los objetos tendrán la tecnología necesaria para interactuar y comunicarse entre sí.

 

En Diciembre pasado, la firma analista Gartner previó que para 2020 más de 26 mil millones de aparatos –sin incluir computadores, tabletas ni smartphones- estarán conectados a Internet. Eso significaría un aumento de casi 30 veces la cifra de 900 millones de ‘cosas’ conectadas a la red reportadas por Gartner en 2009.

 

En un par de años encontraremos en el supermercado una línea completa de electrodomésticos 'listos para Internet' que se conectarán a los servicios de Google, en un esfuerzo por hacer la vida más fácil. Así las cosas, veremos aspiradoras capaces de recorrer la casa en un santiamén utilizando un sistema de navegación similar a Google Maps para llegar a todos los rincones sin ayuda humana. Todo manejado desde un dispositivo móvil.

 

Sin embargo, tal tecnología supone implicaciones a la privacidad de los usuarios por cuanto ‘La Gran G’ estaría en capacidad de reunir más conocimiento sobre nosotros que podría utilizarse para vendernos publicidad digital al exponer nuestros hábitos de uso. Eso sin contar los riesgos en seguridad que conlleva el registro exacto de nuestras actividades por el rastro que dejamos al manejar un electrodoméstico que siempre está online. Google sabrá cuando estemos fuera de la casa, a qué hora nos levantamos y cuánto vale la factura de luz.

 

Aunque puede sonar muy intrusivo, Google ya tiene acceso a nuestros datos a través de Gmail, el navegador Chrome y la red social Google Plus. También puede recopilar información desde cualquier dispositivo basado en Android incluyendo nuestra ubicación, contactos y agenda de citas.

 

Con la compra de Nest, Google acaba de encontrar el eslabón perdido para ingresar de una vez por todas al segmento de automatización del hogar con software, electrodomésticos e infraestructura propios que le permitirán registrar nuestra actividad diaria y clasificar nuestros hábitos y preferencias cuando usemos la nevera, el microondas y hasta la chapa del portón.