En los 496 años de su fundación, Santa Marta brilla como nunca antes para jalonar la economía alrededor de turismo.

Laura Agudelo, Indetur.


 

Se dice que es el único lugar del mundo donde puedes encontrar picos nevados a la orilla del mar. Que están todos los pisos térmicos en un área relativamente reducida de tierra. Y que –como pocos sitios del planeta- hay una sorprendente abundancia de flora y fauna.

Si piensas en Santa Marta, estás en lo correcto. Una ciudad “donde vuela el caracol y bucean los pajaritos, la sierra mueve sus olas y el mar la vegetación”, según la bellísima canción de Braulio Britto Pérez que titula este post.

Por décadas, la “Perla de América” ha sido considerada un destino eminente de ‘sol y playa’; sin embargo esta connotación se queda corta, pues muchos turistas llegan a explorar la naturaleza, realizar deportes a cielo abierto y disfrutar de una gastronomía tan fascinante que los deja perplejos, por variedad y sabor.

Gracias a una invitación del Instituto de Turismo de Santa Marta (Indetur) y Fontur, pude vivir en primera persona la transformación turística de esta ciudad, que saca pecho por ser la más antigua de Suramérica, con 496 años de fundación y la “capital mejor preparada en todo Colombia para recibir a los viajeros en 2021”, como  asegura Laura Agudelo García, directora de Indetur.

Las cifras de Cotelco lo confirman. Durante Junio de 2021, el departamento de Magdalena y su capital Santa Marta, fueron el destino que lideró la ocupación hotelera con un indicador de 56.63%, muy superior al 0.2% de junio de 2020, cuando la pandemia destruyó la industria turística.

«Santa Marta es la capital mejor preparada en todo Colombia para recibir a los viajeros en 2021”

“Son viajeros provenientes mayoritariamente de Bucaramanga, Bogotá, Medellín y Pereira”, declaró la alcaldesa Virna Johnson. “Personas que –aunque buscan sol y playa- también les atrae el turismo ecológico, cultural y de avistamiento de aves.

 

INFRAESTRUCTURA RENOVADA

Es una transformación que ya casi cumple 9 años y se extenderá hasta 2025, de cara a sus 500 años. Una metamorfosis que se nota en su remozada infraestructura, repleta de rascacielos que bordean el litoral, una nueva red de 50 parques con máquinas bio-saludables, escenarios deportivos y colegios que atraen cada vez más a los inversionistas.

Tanto así que Live and Invest Overseas la clasificó como la segunda ciudad para invertir en Colombia, después de El Poblado, Medellín.

La oferta turística es tan variada que una semana es muy poco para disfrutar la ancestralidad y magia de este territorio bendecido por la Sierra Nevada. Una montaña sagrada en forma de pirámide triangular de la cual brotan docenas de ríos y centenares de especies.

 

EXPERIENCIAS SOBRECOGEDORAS

Uno de sus afluentes es Don Diego, que desemboca en el municipio del mismo nombre, ubicado a 30 minutos del Parque Tayrona. Allí te puedes embarcar río arriba hasta Taironaka, un hotel repleto de experiencias de naturaleza para pasarla relax y desconectarte.

Ya en el sitio, puedes recorrer una serie de senderos y terrazas construidas por los nativos hace 1.800 años, visitar un mini-museo Tayrona y pedir autorización para ingresar a la canzamaría Kogui. Si tienes suerte, podrás conocer a nuestros ‘hermanos mayores’, que generalmente visitan la finca y están disponibles para imponer las aseguranzas, un rito sagrado que busca purificar el alma y comprometerte a cuidar el medio ambiente.

Para el regreso, puedes bajar por el río haciendo tubbing (flotando sobre un neumático) hasta llegar al mar. La experiencia es tan divertida y como sobrecogedora, ya que durante el recorrido de una hora no solo puedes observar y sentir la abundante vegetación, sino que puedes ver babillas y monos aulladores, así como una variedad de pájaros como el Martín pescador y las garzas pati-amarillas

 

GASTRONOMÍA ANCESTRAL

Pasemos al mecato. En la última década, Santa Marta se convirtió en un referente de la gastronomía caribe con impactantes restaurantes que rescatan los sabores de la costa del Magdalena Grande como Santa Mesa, donde sirven un mix de mar elaborado con camarón, pulpo y calamar en leche de coco y puré de tomate. Imperdible. También puedes irte por el ‘Mero Caño Dulce’, un filete en salsa de mariscos y albahaca. De muerte lenta.

Guásimo –en pleno Centro Histórico- es un infaltable. Un restorán creado por el connotado chef Fabián Rodríguez que rescata la influencia del litoral Caribe y los mezcla lentamente con ingredientes nativos para producir platos como el ‘Antipasto Cojinoa’: cebolla marinada en vinagreta de limón amarillo y anís estrella con emulsión de aguacate. Otro campeón es el Arroz con Mariscos: incluye mazorca asada, berenjena ahumada, habichuelas, aguacate y mariscos.

En El Rodadero queda Pescaíto Carnes y Mariscos, que rescata la magia del entorno samario y el encanto de la gastronomía internacional. Es un sitio muy familiar, con música en vivo, alegorías a la Sierra Nevada y platillos como el Cayeye, Mar y Tierra: lomo de res y de róbalo decorados con un langostino envuelto en tocineta. Todo ello, acompañado de cayeye, cama de maíz y chimichurri.

 

AGUAS TRANQUILAS

Las playas están más que descontadas. Bello Horizonte, Taganga y Mendihuaca hacen parte del circuito vial, mientras que –más adentro- están Neguanje, Chengue, Cinto y Guachakyta, entre docenas más.

La oferta es tan variada que no alcanza un post para describir el montón de actividades que tiene la ciudad para ofrecer a propios y extraños.

Si no sabes por donde iniciar tu exploración, puedes llamar a Jairo Portillo, de Baquianos Travel. Ellos te organizarán un paquete personalizado de acuerdo al número de días y el tipo de experiencias que busques, desde tours a Ciudad Perdida y paseos culturales en bici, hasta buceo nocturno y recorridos gastronómicos por el Centro Histórico.

Sea cual fuere tu plan, recuerda que todo inicia con la hospitalidad de los samarios. Gente bacana, increíblemente amable y de sonrisa plena. Una sinceridad que te atrapa tanto como el magnetismo de la sierra y la tranquilidad de sus aguas. Un lugar donde tienes que estar.