El viajero de lujo no solo busca redescubrir el mundo, también quiere descubrir algo sobre sí mismo con vivencias que tengan significado. Entrevista a Gustavo Lovera, nuevo gerente general de W Bogotá Hotel.
Gustavo Lovera, W Bogotá.
Personalización, generación de valor y bienestar. Apenas tres caras del conjunto multidimensional de la hospitalidad de lujo moderna. Un segmento del mercado que prefiere vivencias significativas sobre experiencias indulgentes. Viajeros que buscan hallarle significado a su viaje más allá de hacerlo por moda o por que ‘pueden’.
En este escenario tan prolijo y sofisticado, W Hotels —una marca de Marriott International— conoce con absoluta precisión hacia donde van las tendencias del lujo.
«Vemos que el segmento logrará diferenciarse al convertirse en lujo transformacional», opina Gustavo Lovera, un experimentado hotelero que inició como doorman en 1995 y hoy es el nuevo gerente general de W Bogotá Hotel. “El viajero de lujo moderno está viajando no sólo para redescubrir el mundo, sino también para descubrir algo sobre sí mismo”.
Satisfacer a cabalidad esta premisa no es tarea fácil, máxime cuando otros competidores luchan por ofrecer más y más experiencias ‘elevadas’. ¿Cómo es la cosa entonces?
“En W Bogotá buscamos generar una conexión con esos viajeros, tanto para huéspedes extranjeros que quieren conectarse con Colombia, como para los locales que —bajo la narrativa del nuestro diseño inspirado en la famosa leyenda de El Dorado—, redescubren sus raíces y reconectan con lo local”, prosigue Lovera.
PACKS EXPERIENCIALES
Es cuando packs como In-Room Vinyl Menu matan el aburrimiento. Un servicio que funciona de forma similar al room service: simplemente llamas a la recepción y pides los vinilos de una lista. En cuestión de minutos llegarán a la puerta de tu habitación con una tornamesa y un coctel temático. “Cada elemento de la experiencia está inspirado en el artista, la música y su contexto histórico para recrear un espacio que los transporte a los viejos tiempos”, prosigue el gerente.
Y si no quieres salir de Bogotá pero buscas tener un finde más audaz, puedes optar por Staycation, que incluye Secret Cinema, Clases de coctelería y catas de vino o espirituosos, con todo y mascota, pues puedes llevar a tu peludito.
W Bogotá vive la euforia metro, un capitulo que te sumerge en la Bogotá de arraigo. La vaina funciona de no creer, pues te llevan hasta la Plaza de Paloquemao para que compres arracachas, hibias, guascas y otros ingredientes del altiplano. Luego te regresas al hotel a prepararlos con la gente de la cocina y degustar a manteles en la mesa de chef. Es dinamita marca Acme.
COCINA AUTÓCTONA EN JAIRO
Para este hotel, la forma sigue a la función y el restorán no es la excepción. Su nombre fue cambiado para acoplarse a lo raizal. Ahora se llama Jairo, en honor al proveedor de papa, que lleva el mismo nombre.
Lovera lo define como una reinterpretación de la cocina colombiana que le da protagonismo a los ingredientes autóctonos “mediante una propuesta de cocina honesta y con alto respeto al ingrediente, sin dejar a un lado su principal esencia: dar un homenaje al agricultor nacional y al campo colombiano en cada plato”. Una descripción tan desafiante como aterrizada.
El ‘Pollo de Asadero’ es campeón. Jugoso, ahumado y crocante por fuera. Las ‘Gyosas de cangrejo cartagenero’, también hacen su parte. Lovera dice que es la sinergia perfecta entre regiones con la unión de dos ingredientes místicos colombianos: por el Caribe, el cangrejo azul y por la región andina el cubio.
La lista prosigue con más y más transformaciones alrededor del lujo, especialmente aquellas que abordan la escena bogotana de moda, música y diseño. Todas funcionan como banderín de enganche para ‘atraer abejitas a la colmena’, incluyendo el reputado Sunday Brunch o el reciente Night Brunch.
CONEXIÓN ANCESTRAL
La idea —según Lovera— es lograr que los visitantes conecten con el diseño inspirado en la leyenda de El Dorado. A fe que lo ha logrado, pues su lobby es realmente atrevido al mezclar la cultura milenaria de nuestros antepasados Chibchas con aceros bronceados, carmín, terciopelo y charol que rebosan de estilo.
El entramado es tan sofisticado que los hilos que caen del W Lounge “representan las riquezas que el Cacique entregó como ofrenda a la madre tierra en la laguna de Guatavita para ver si revivía su amada Bachué”.
Algo similar sucede en el dormitorio: Las camas crea la ilusión óptica de estar montados en una canoa flotando en la laguna.
Los jueves tienen un imperdible: ‘Living Room Sessions’, una serie de conciertos íntimos con DJs en vivo que —además de impulsar nuevos talentos— buscan adentrar al cliente en la cultura de la mixología.
Las promesas se repiten todos los días. «Es que no sirve de mucho viajar por pura indulgencia», recalca Lovera. “Lo que los viajeros de lujo buscan hoy es transformación. Encontrarle un significado más personal a sus experiencias, vivencias en las pueda desarrollar y amplificar sus preferencias y al mismo tiempo que puedan aportar de alguna manera a su bienestar y al de su entorno”.