El lento cronograma de Apple para lanzar nuevos teléfonos móviles ha resultado en la pérdida de conciencia de marca no solo entre sus usuarios, sino también entre los inversionistas, quienes contemplan como sus acciones se comportan como una montaña rusa.

 

Mientras tanto, una gran cantidad de fabricantes –que optó por el sistema operativo Android- le arrebata mercado todos los días al iPhone con oleadas de equipos de todos los tamaños, colores y presupuestos.

 

Para nadie es un secreto que el principal argumento de ventas del iPhone es su exclusividad, tanto  en acabados, como en diseño y obviamente en precio. Bajo este criterio el fabricante vendió 250 millones de unidades desde 2007, fecha en que lanzó el iPhone original, un dispositivo que cambió por completo la cara de la industria móvil.

 

Para muchos, se trata del gadget más caliente del momento, el amigo de parranda, el compañero de oficina, y el dispositivo que marca la moda; pero para otros, no es más que un teléfono costoso y con una linda interfaz que presta las mismas funciones que un Android o un Windows Phone.

 

Por eso, suena absurdo que -siendo Apple el creador de un concepto tan innovador y de comprobada calidad como el iPhone- esté lanzando un dispositivo plástico y de bajo precio para enfrentar a sus competidores, que apuntaron desde un principio al mercado popular.

 

En los últimos dos años, la marca ha pagado un precio muy alto por su terquedad de apuntarle únicamente a usuarios con billeteras gruesas que tienen que desembolsar más de 600 dólares para hacerse a un iPhone.

 

Luego de ver mermada su cuota del mercado por el sinfín de androides que se reproducen como conejos, Apple lanzó hoy el ‘iPhone 5C’, una versión más pequeña, menos elaborada y por supuesto, menos costosa (99 dólares con 16GB y 199 dólares con 32GB en EEUU, con contrato a dos años) que su primo más caro, el iPhone ‘5S, también presentado hoy.

 

¿Continuará siendo el iPhone ese maravilloso objeto del deseo? Es lo más probable dada la fe ciega de sus usuarios a nivel mundial. Sea cual fuere el desenlace, un iPhone económico supone un cambio radical no solo en la esencia de la marca Apple, sino también en la experiencia de sus usuarios que están acostumbrados a productos y materiales de primera calidad y ahora ven como su marca se transforma en equipos coloridos y juguetones en manos de la clase popular.

 

Aunque algunos dicen que la C significa ‘color’, otros consideran que la C viene de ‘China’; lo cierto del caso es que la llegada del iPhone 5C es una estrategia tan interesante como necesaria. Un ejercicio en el cual Apple produce un dispositivo lo suficientemente moderno para atraer a los conocedores de tecnología, lo suficientemente llamativo para capturar el segmento juvenil y lo suficientemente barato como para llegar a los segmentos medio y bajo.

 

Sin dudas una maniobra brillante que supone un dolor de cabeza para los fabricantes de dispositivos Android y una bendición para millones de usuarios que quieren tener su primer smartphone con la marca Apple impresa en la carcasa, así sea plástica.