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Les voy a contar una cosa que se repite habitualmente en las empresas con problemas.

 

En una empresa con problemas, en el 95% de las ocasiones, hay falta de tesorería. La atención se centra en el departamento financiero. El director general y el director financiero se hacen muy buenos amigos, no porque se lleven bien, si no porque están casi siempre juntos. El pago de nóminas se convierte en una prioridad, las negociaciones con los bancos son el pan nuestro de cada día, y se contratan auditorías externas que den credibilidad a los estudios de viabilidad presentados a futuribles inversores.

 

Se generan informes globales para comprender mejor las situación y empieza a correr el rumor entre el personal que habrá despidos. Estos rumores son negados reiteradamente por la dirección de la empresa, pero los trabjadores desconfían. Esto genera un ambiente en la empresa no muy bueno, y evidentemente la productividad baja a mínimos. La dirección de la empresa presionada por el consejo de administración, se centran en los números y los empleados sufren el sindrome de «estate quieto y no te muevas, no vaya a ser…». Y cuando uno está quieto ya sabemos lo que sucede, no es eficaz.

 

Resumiendo, las empresas llegado a este punto, tienen dos problemas, no uno. El primero es evidente, el financiero, el otro es la baja productividad. Y un error general es centrarse solamente en el primero. Pero siempre es recomendable atacar desde el principio los dos problemas, ¿por qué?, porque cuando se resuelvan los problemas financieros ya puede ser demasiado tarde para atacar los problemas productivos. Generar un buen ambiente de trabajo, divulgar los objetivos trimestrales y anuales de la empresa a todos los empleados, generar buenos hábitos, etc.

 

Recordemos el estrés no se genera por la carga de trabajo, si no por una mala organización personal y un desconocimiento de los objetivos personales y globales.

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